Crítica temporada 1 de WestWorld
“No se puede cambiar lo que ya ha pasado”, “la evolución se alimenta del error”, “todas las vidas tienen una rutina, la mía me lleva hacia ti”, “el don divino no procede de un ser superior, sino de nuestra mente”, o (la mejor de todas para mí) “somos seres humanos, inevitablemente te defraudaremos”, son algunas de las frases categóricas que nos ha dejado la primera temporada de la mejor serie del 2016 según apunta la crítica: WESTWORLD.
Pero frasecitas aparte, aquí os dejo mi análisis de la serie Westworld y lo que opino sobre esta serie de 10 capítulos emitida por la todopoderosa HBO, creada por Jonathan Nolan y Lisa Joy e interpretada por Anthony Hopkins, Ed Harris o Evan Rachel Wood, entre otros.
La serie, basada en la película homónima creada por Michael Crichton (1973) e interpretada por Yul Brynner, nos plantea un juego de rol dentro de un parque temático colosal ambientado en el salvaje oeste y construido por una empresa futurista llamada “Westworld“. Ese es el rasgo más general de la serie. Lo más superficial y lo más apreciable a primera vista. Y es que detrás de ese marco, se abre una ventana gigantesca a los detalles y a la reflexión.
Desde mi punto de vista, debo decir, que siendo escritor (lo cual a lo mejor es defecto de fábrica “cuña subliminal de la novela de Alfonso Gutierrez Caro”, jejeje) me parece que el argumento y el hilo narrativo del guión son tremendamente literarios. De alguna forma, plantea la existencia del ser humano como una pequeña historia en la que somos personajes de otra más grande. De modo, que veremos una serie repleta de tramas, subtramas y recovecos indescifrables que nos mantendrán sin uñas durante todos y cada uno de los 10 capítulos. Pero también veremos escenas y momentos cargados de metáforas y poesía (incluso la intro). Cosas que aparecen como piezas invisibles (otro guiño perceptible a la literatura del siglo XXI) a medida que avanzas en capítulos.
“La evolución se alimenta del error”
Pero además, esta serie de TV nos plantea una oscura odisea sobre el amanecer de la inteligencia y la conciencia artificial. Esta, a mi parecer es la parte más reflexiva, en donde nace esa necesidad de los humanos de ser Dioses y la de los “robots” por llegar a ser humanos. Todo ello, nos invita a plantearnos universales preguntas sobre la naturaleza humana o sobre el futuro de la tecnología. Lo bueno de esta serie, al igual que otras como Walking Dead, Black Mirror, o House of cards es la cantidad de dilemas morales y éticos que te plantean y que te plantearás.
Otro rasgo verdaderamente increíble de esta portentosa serie, que no ha escatimado en medios, es la recreación de todos y cada uno de los escenarios, y que la dotan de una verosimilitud pasmosa. Del mismo modo, presenciaréis una serie con un nivel actoral soberbio. Pero mi mención especial va dirigida a la labor de interiorización del personaje a cargo de cada uno de los actores. Eso sí, Ed Harris, en el mejor papel que he visto hasta ahora de él, los eclipsa a todos, aún estando todos ellos rozando la excelencia. De modo que esa tendencia que ha surgido en los últimos años por darle papeles protagonistas en series a actores muy reconocidos del cine, no está dando mal resultado de vez en cuando; como el caso de Wynona Ryder en “Stranger Things” o Kevin Spacey en “House of Cards”.
Como único pero, pero sin saña ni demasiada convicción, es que en ocasiones, la complejidad de la secuencia narrativa hace que los saltos de escenas, el doble juego con el espacio tiempo y los giros en la trama sean algo difícil de asimilar y de seguir.
Ocurre que las subtramas y la relación entre los personajes pueden generar confusión hasta que descubres el pastel (hablando claro). Y es que lo grandioso de la trama es eso mismo, descubrir el gran pastel que han cocinado.
Por eso mismo, mi recomendación es que la veáis entera, despacio y que la volváis a ver otra vez, más despacio aún. Y como moraleja final dejo esta frasecita: El salvaje oeste era salvaje oeste porque en él vivían seres humanos. Ahora, en el salvaje oeste viven anfitriones, huéspedes… y todo lo demás será lo que tú vayas descubriendo en los increíbles y sombríos capítulos de Westworld.
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Soy Cristóbal Terrer y estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabajo como profesor de marketing y en mi tiempo libre escribo novelas de ficción. Además, presento un podcast sobre cine y realizo fotografías artísticas.