Analizamos la segunda parte del Hobbit de Peter Jackson

Peter Jackson es la reencarnación de JRR Tolkien, posiblemente sólo el entiende el complejo mundo ideado por el escritor británico y si hay un hombre en la faz de la tierra capaz de adaptar sus novelas, ese es sin duda, Peter Jackson.

Porque la adaptación la ha hecho siempre desde el respeto más absoluto de la extensa obra de Tolkien, y desde una admiración desmedida por uno de los mejores autores de los últimos tiempos.

Es cierto que hacer una trilogía de 9 horas de duración para adaptar El Hobbit parece demasiado, y en cierto modo lo es, en esta nueva adaptación Peter Jackson parece estar más pendiente de recaudar la pasta que le han debido de costar los nuevos efectos especiales que ha utilizado, posiblemente los mejores hasta el momento en la historia del cine, que de atender la profundidad de los valores que subyace a esta aventura épica. (El valor, las segundas oportunidades, el espíritu de sacrificio, la amistad, la codicia)

 

Poster desolacion de smaug escena de los barriles

Esto tiene un riesgo, y es dejar de lado la estructura narrativa, el desarrollo de los personajes y el guión en aras de confiarlo todo al croma verde de los efectos digitales. La trilogía de El Señor de los anillos, era más humana, más de carne y hueso, el espectador se acercaba más a unos personajes, a los que llegaba a odiar o amar, se sentía tocado de lleno por una de las historias más conmovedoras de la historia de la literatura moderna, la eterna lucha entre el bien y el mal.

Y como el ser más insignificante del mundo (un perezoso y diminuto hobbit) puede protagonizar hechos maravillosos, el sueño americano de la tierra media, la concepción de que querer es poder y que el trabajo duro te garantiza el éxito en la vida.

En El Hobbit, se pasa un poco más de soslayo por estos temas tan universales, y se centra más en las pequeñas aventuras que protagonizan los enanos, siempre corriendo de aquí para allá, cayéndose para volver a levantarse y protagonizando unas escenas colectivas que son una auténtica obra de arte (saltan, brincan, se caen, rebotan y vuelven a caer en suelo firme).

Así que aunque 3 horas de película dan para mucho, el espectador no se aburre en ningún momento, y la sala de cine se convierte en una montaña rusa de sensaciones que no dejan indiferente a nadie.

¿Merece la pena ir a ver La desolación de Smaug?

Si la posibilidad de ver a Kate de Perdidos en pantalla grande, bellísima, en tres dimensiones (que digo yo que eso tiene que ser como quedar con ella en persona) y con una melena pelirroja que quita el hipo, no es suficiente aliciente para ti. La será la posibilida de ver de nuevo a Orlando Bloom.

En definitiva, si eres fan de la saga, de los mundos fantásticos y de las películas de aventuras, la respuesta es sí que merece la pena. Y si eres un fan de los efectos especiales, la respuesta es un rotundo sí.

Merece la pena gastar el dinero en la entrada, las palomitas (imprescindibles en este tipo de pelis) y el sobrecoste de las gafas 3D, sólo por disfrutar de la espectacular ambientación de los escenarios, del pueblo pesquero (tipo Ámsterdam), de la inolvidable escena de los barriles por el río y de la casi hora que dura la brutal escena con Smaug dentro de la cripta, simplemente alucinante.

El que espere ver la quinta esencia del cine, la reencarnación de Fellini hecha hobbit con pies peludos, o unas interpretaciones de orejas élficas que dejarían en mantilas a Marcel Marceau, se puede quedar tranquilo en casa, viéndolas pasar…Ésta no es su película.

Puedes consultar este post anterior: tráiler de la Desolación de Smaug

 

 

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