Análisis sin spoilers de Antidisturbios, la nueva y asombrosa serie de Movistar+

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Realismo y adrenalina. Esas son las dos principales acepciones que se le pide a una serie de este tipo para mantenerte pegado al sofá pese a que hayas dormido 6 horas en los últimos dos días.

Qué demonios, eso es lo que se le pide a cualquier serie que quiera optar a formar parte de tu podio de series españolas favoritas, no solo del año, sino de la década. Antidisturbios cumple con esa necesidad, y lo hace por todo lo alto, y es que Rodrigo Sorogoyen (El reino, Que Dios nos perdone, Madre) es un seguro de vida, es el guionista y director más en forma y con más talento de España en este momento. No me cabe duda alguna.

Haciendo tándem como de costumbre con su co-guionista habitual, Isabel Peña, acaban deslumbrando, y nos llevan de lleno a asegurar que Antidisturbios es ya la mejor serie española del año; y eso que tenía competencia dura este convulso 2020 con La Unidad, La línea invisible o Patria. No, la casa de papel no entra en esa competencia, aunque muchos quieran matarme por ello.

Rodrigo no hace cine, hace realismo puro, y consigue hacer que el vello se erice con cada escena.

Podría decirse que esta serie es un alarde de genialidad, y lo es por muchos motivos. Por el recorrido emocional de sus personajes, por el seguimiento de la cámara, el rodaje opresivo, la presión dialéctica, por la síntesis de un entramado complejo, por la adrenalina narrativa o la visceralidad de sus imágenes. Pero también lo es por la capacidad que tiene para entrar de lleno en la disyuntiva moral del espectador.

La mala praxis. Un concepto de difícil atribución y de compleja ejecución en determinados trabajos. El de los grupos de asalto o antidisturbios de la Policía Nacional, o cualquier cuerpo de seguridad, es tan ambiguo como polarizador. Lo cierto es que no quiero postularme, porque esta serie te pide constantemente que lo hagas, pese a que en todo momento pretende ser ecuánime en su desarrollo argumental y emocional.

Me reservo mi veredicto moral, pero, en ese corrupto poliedro policial y judicial que plantea la investigación de asuntos internos sobre un desafortunado desahucio, el espectador tendrá que decidir si salva o condena a los antidisturbios.

Sin embargo, hay algo dentro de cada uno de nosotros que se ve sacudido por matices que harán cambiar o rectificar nuestra opinión sobre muchos temas candentes de la vida policial, judicial, social y política. Eso sí, como casi siempre, todo está en las personas, en cada uno de nosotros, en quien somos, y no en lo que somos.

‘A veces en la vida hay que hacer cosas incómodas’.

El director madrileño no muestra miedo nunca a la hora de meterse en terrenos pantanosos, pero su calidad cinematográfica es tal que consigue romper con la polémica para trasladarnos de forma veraz y contundente al terreno de juego.

En cuanto al realismo puro del que hablaba antes, lo vamos a encontrar en cada poro y fotograma de la serie. 6 episodios que respiran como si estuviesen sucediendo por primera vez en ese momento, como si no se hubiesen rodado hace meses. Están ahí, los ves, los oyes, los tocas, los sientes. En cada plano, en cada diálogo, en cada gesto, en cada escenario.

Y luego está la excelencia con la que Rodrigo rueda, embutiendo a los actores en planos secuencia magistrales, asfixiantes primeros planos, inmersivos planos subjetivos o hipnóticos planos imposibles. A ese repertorio de cine no necesita meterle filtros añadidos, porque lo decora con una música envolvente de sintetizador que ayuda a elevar la adrenalina.

La edición y factura técnica es arrolladora, apabullante y está amparada por inmensas interpretaciones que van más allá de la actuación.

Sin ser coral, hay un extenso abanico de personajes principales que conforman el todo, pero Raúl Arévalo, de algún modo hace de guía narrativo junto con Vicky Luengo, la cual acaba secundando un personaje extremadamente complejo, obsesivo y chocante.

Ambos rodeados por un elenco espectacular de jóvenes y expertos actores y actrices que han sido capaces de fusionarse entre sí para dar fuerza y rigor a la serie. Álex GarcíaRoberto ÁlamoHovik KeuchkerianRaúl PrietoPatrick Criado encabezan un reparto inconmensurable.

Como siempre, se nota el gusto que el director tiene por trabajar con los actores de cerca. Apenas hemos echado de menos a Antonio de la Torre, aunque siempre se le echa de menos cuando no está en algo de Sorogoyen. A quien ya no se echa de menos es a los americanos o británicos. Pocos actores y actrices anglosajones podrían imprimir tanta naturalidad y carácter callejero como los españoles, y aquí lo hacen todos.

Pese al precipitado y escaso desenlace que hubiese necesitado un par de episodios más, Antidisturbios nos mete de lleno en un entramado adictivo y turbulento, sin perder en ningún momento el equilibrio narrativo.

Nos zarandea y nos revienta a adrenalina, incluso en momentos tan banales como una partida de trivial casera o una cena entre amigos en un restaurante. Pero donde remueve las entrañas es en las escenas violentas y en unos interrogatorios capaces de hacer sacar la ira del homínido más tranquilo.

Con esta serie, MoviStar+ se sigue afianzando como la mejor plataforma española de TV, pudiendo competir ya de tú a tu con el mercado de series de calidad americanas o británicas. Sorogoyen firma su mejor trabajo, adelantando en mi particular ranking de series españolas a La unidad y Crematorio. Para rebasar a Gigantes aún no.

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