Dune 2: Opinión y crítica sin spoilers

Ya hemos podido disfrutar de la experiencia de ver en pantalla grande Dune Parte 2. La esperada secuela de la primera entrega de Dune, estrenada hace dos años. Os dejamos nuestra personal crítica sin spoilers de Dune Parte 2.

Lo primero a destacar: la importancia de ver este tipo de películas en las salas de cine; vivirás una experiencia inmersiva única debido, especialmente, a una acertada construcción de mapas sonoros que permiten adentrarse en las cálidas dunas del planeta Arrakis.

Mucho se había hablado de esta segunda parte y de los problemas de producción por parte de Legendary Pictures. La primera entrega de Dune concluía con un tremendo cliffhanger, un fundido a negro abrupto, el cual dejaba a los espectadores descolocados. La adaptación de la inabarcable epopeya literaria de Frank Herbert requiere una serie de televisión de varias temporadas o, en este caso, una saga cinematográfica de al menos 3 filmes.

Así pues, su director Dennis Villeneuve se lanzó a la aventura de rodar la primera parte y dejarla completamente sin final, a la espera de que las cifras de audiencia fueran lo suficientemente elevadas como para asegurar la apuesta por una segunda entrega. Lo mismo ocurrirá con una posible tercera entrega que cierre la trilogía.

En este ocasión, Dune Parte 2 pierde la sorpresa de la primera entrega, en la cual íbamos descubriendo los entresijos de una posible guerra y las particularidades de cada raza, planeta o civilización. Los paisajes del planeta natal de la Casa Atreides en oposición con el desierto insondable de Arrakis y el aguerrido carácter de los Fremen. Ahora todo el metraje se centra en los entramados políticos que se derivan de la ocupación de Arrakis y la explotación de la especia.

Comenzamos la película en un in media res de campeonato. Sin contar prácticamente nada de lo visto anteriormente, por lo que de lleno nos metemos en una escaramuza para frenar el enésimo robo de la preciada especia por parte de los Harkonnen.

Perdida la sorpresa que comentaba anteriormente, la película va urdiendo una serie de tramas que vaticinan una guerra importante por el control de Arrakis. Si bien es cierto, que la trama principal parece detenerse en algunos momentos del metraje para precipitarse al final, en el cual todo se resuelve con demasiada rapidez.

Descubre otros análisis cinéfilos en nuestra sección: Crítica de películas.

Como le ocurría a la Khaleesi en Juego de tronos, Paul Atreides inicia un viaje personal muy interesante, que quizás debería haber contado con más tiempo para aposentarse debidamente. Esto en cine es más complicado de plasmar por la falta de tiempo, resultando inadmisible en una serie. Aunque no es excusa, muchas películas han sabido diseccionar a personajes mucho más complejos, pero Villeneuve apuesta con firmeza por la estética dejando de lado, en ocasiones, las lecturas más profundas.

Villeneuve se centra demasiado en cuidar la escena, el aspecto visual —eso sí, impresionante, posiblemente la película más apabullante jamás rodada— y se olvida un poco en acercar la cámara al abismo interior de cada uno de los personajes, los cuales luchan a cada segundo por la supervivencia y por encontrar su lugar.

Los enormes planos generales acentúan esa sensación de aislamiento de los personajes frente a la fuerza de la naturaleza. Pequeños granos de arena en un desierto insondable, no carente de cierta sensación de frío nihilista que se convierte casi en un oximorón visual de gran belleza y acierto: el ser humano empequeñecido por la enormidad de una galaxia. Las guerras y los líderes de cada Casa pasarán, mientras la galaxia permanece —junto con las diatribas y batallas que el ser humano se empeña en mantener incluso con el paso de los milenios—.

En cambio, las pocas aproximaciones a la mente de los personajes quedan demasiado explicitadas, como si quiera subrayar solo unas pocas aristas de la personalidad para que el espectador no se pierda entre la impresionante puesta en escena: Paul no quiere ser un líder, el personaje de Bardem es un fundamentalista o Chani (Zendaya) no termina de confiar en nadie.

Aunque la adaptación que David Lynch realizó en 1984 ha envejecido bastante mal, pareciendo por momentos el set de una obra de teatro amateur, sí que demostraba una mayor preocupación por trasladar al espectador la lucha interior de algunos protagonistas, sin detenerse tanto en las grandes batallas intergalácticas, las cuales eran más complicadas de trasladar a la pantalla por la falta de tecnología y medios.

Por otro lado, cabe destacar (como algo positivo) que en esta nueva entrega Villeneuve sí se atreve a adaptar ese estilo kitsch —rozando lo hortera— que se desprende al leer las novelas y que a Lynch le sentaba como anillo al dedo en su proceso creativo. Especialmente apreciable en todo lo que rodea a la Casa de los Harkonnen. Magistral resulta la escena de esa especie de anfiteatro romano rodada con una desaturación de color provocada por los efectos de las luces intensas del planeta. Un cambio a un blanco y negro sobrio y brillante que aumenta la crudeza de la escena impactando en el espectador.

La ambientación de estos mundos fantásticos sigue siendo inmejorable, volviendo a incidir en la grandiosidad de los paisajes sobre los personajes y por el recurso de la fantástica banda sonora del maestro Hans Zimmer, a través de esa melodía de ritmos étnicos y voces rituales, que se repite como una letanía para mayor honor de los personajes y sus momentos más memorables.

Por último, aunque de manera demasiado explícita y verbalizada, la segunda parte de Dune ahonda en la importancia de los fundamentalismos religiosos como herramienta para adormecer las mentes y adoctrinar al Pueblo. Mientras nos encontremos esperando algo (un Mesías), seremos sometidos y controlables. Dejando entrever, además, que pese a que la raza humana haya evolucionado durante cientos de años, seguiremos sintiendo aversión a lo desconocido, al extranjero. Desatándose absurdas guerras (santas) en nombre de Dios, por el propio interés y por interpretaciones egocéntricas de la Historia o de las sagradas escrituras.

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