David Fincher ha resucitado a Mankiewicz, a Kane, a Welles y al cine en mayúsculas
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MANK es un alarde de detallismo cinematográfico, una prueba de que el séptimo arte es eterno, atemporal y universal. Mank podría haber sido la mejor película de todos los tiempos en cualquier época. Porque lo cierto es que hoy día no se podría hacer una película de los años 40 mejor de lo que David Fincher ha hecho con Mank.
Todo, absolutamente todo es una inconmensurable obra maestra de los años 40, lo cual nos reduce la definición a un soberano homenaje al cine clásico.
La construcción de los planos, el montaje de las escenas, el enfoque de la cámara, el ritmo de la partitura musical, los coreografiados diálogos, la adaptación sonora, la iluminación, la ambientación, la atmósfera o las interpretaciones son impecables desde el punto de vista retrospectivo.
No hay nada que advierta que esta película se haya rodado hoy, salvo la nitidez de los televisores, lo cual lo hace todavía más impecable a ojos del espectador. Su belleza fílmica es narcótica, un catatónico estado similar al de someter a tu cuerpo al mismo tiempo la sensación de estar drogado y enamorado a la vez.
El director de Seven, El club de la lucha, Zodiac o La red social es un catedrático del celuloide, pero no un genio, puesto que jugaba con ventaja teniendo unos mimbres ya construidos décadas atrás. La pregunta que me hago es si en los años 40 hubiese filmado así esta absoluta maravilla del séptimo arte.
Digamos que ha sido el alumno perfecto Cum laude en el examen de cine clásico, y bien merece ganar el Óscar y lo que se tercie este año con MANK.
Además, para aumentar la lista de nominaciones, cuenta con un reparto estelar que ha sabido adaptar sus dotes interpretativas para convertirse en personajes de relumbrón de los años 30 y 40.
Actuaciones intensas, expresivas y solventes que destacan cada una de ellas en su apartado. Gary Oldman es obviamente el protagonista indiscutible, y completa un ejemplar trabajo. Igual de meritoria es la presencia de entre otros y otras: Amanda Seyfried, Lily Collins, Tuppence Middleton, Arliss Howard o Charles Dance.
Con Mank, y entrando en materia prima, lo que tenemos es un biopic metacinéfilo sobre Herman Mankiewicz, y enfocado en el proceso de rodaje de la obra maestra de Orson Welles, Ciudadano Kane, estrenada en 1941. Pero eso ya lo sabéis.
La película toma como base un guion escrito por Jack Fincher, padre de David Fincher, antes de morir en 2003, lo cual le da un aura todavía más personal y original. David coge ese guion y lo utiliza no sólo para homenajear a su padre, a Welles y a Mankiewicz, sino para construir un sutil alegato sobre el proceso de creación crítica cinematográfica, dejando caer una denuncia sobre el empoderado sistema actual.
“Si no hubiese sido tan rico, habría llegado a ser un gran hombre.”
Pero, además, es un puesta en escena de un período de transición en donde el cine se transformaba hacia un producto más literario, con más calidad narrativa, mejores guiones y diálogos.
Algo que sólo podía estar en manos de grandes guionistas y escritores de la época, y la apuesta de las grandes productoras de Hollywood por esas mentes literarias, en pleno proceso de reconstrucción de un país que acababa de sufrir una crisis económica.
Es ahí donde entra en juego Herman Mankiewicz, un malogrado y cínico guionista, que mientras se recupera de una lesión automovilística en su pierna, recibe la llamada del talentoso Orson Wells para que se haga cargo de la redacción del guion de su película.
“Solo hay una persona que puede decidir lo que voy a hacer, y soy yo mismo.”
A partir de ahí la trama va construyendo de forma fragmentada los entresijos y anécdotas del proceso de creación de una película que a día de hoy sigue siendo mística y legendaria.
Marcó un antes y un después en el mundo del cine, y hoy día considerada por muchos (entre los que me incluyo) como uno de los mejores filmes de toda la historia, renace con esta recreación del padre de Jack Fincher.
Proyecto que estuvo a punto de rodarse a finales de los noventa, pero nunca llegó a buen término, hasta que en 2019 Netflix entra en el juego. Y la apuesta le ha salido redonda a todos, pero en especial, a la cadena de streaming del magnate Reed Hastings, que ya ve al final del túnel varias estatuillas.
Que no os extrañe que así sea, pues en este año sombrío para el cine, MANK destaca con luz propia sobre el resto de los pocos trabajos cinematográficos que hemos podido ver en la gran y pequeña pantalla.
Sin embargo, Mank hubiese sido firme candidata cualquier año. Es realmente inmersiva, excitante, estimulante y en prácticamente ningún minuto de sus dos horas desfallece. Es una película imprescindible para aquellos que aman el cine clásico y para aquellos que adoran Ciudadano Kane. Para los que no, quizá sea la mejor excusa para hacerlo.
Lo curioso de todo es que esa innovadora, enigmática, polémica y revulsiva película de 1941, dirigida por un joven prodigio de 25 años, no obtuvo gran éxito en taquilla. Posiblemente como sucede a menudo con las grandes genialidades adelantadas a su época. Es pasado un tiempo cuando realmente se vislumbra el valor universal de dichas obras.
Por suerte o por desgracia, hoy día, MANK se puede ver y analizar con un propósito de enmienda. Y es que, lo mejor de esta película es su categórica habilidad para no ser mejor que lo original, ni tampoco peor.
Mank compone un fabuloso surtido de grises que dan color al mejor blanco y negro que podemos encontrar a día de hoy.
“La ignorancia puede ser un gran don, mi gran aportación a Ciudadano Kane fue la ignorancia”
Tráiler de MANK
Soy un apasionado de las series de televisión y el cine. También de la literatura. He publicado varios novelas de diversos géneros: thriller, relatos, comedias, biográficas e históricas.
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