Analizamos el polémico episodio 4×14 de The Walking Dead
The Walking Dead nos dejó de nuevo con la boca abierta tras la emisión del episodio 4×14 «The Grove» y no lo ha hecho a base de casquería, zombies y violencia explícita, sino de una forma mucho más conmovedora y quizás más desgarradora.
La segunda parte de la cuarta temporada de The Walking Dead, está siendo quizá la más personal y atrevida de todas, por primera vez desde la granja de Hershel (temporada 2), la serie se detiene para centrarse en las motivaciones, miedos y deseos de sus personajes, que deambulan perdidos por un mundo que ya no les pertenece ¿No son ellos zombies de sus propios sentimientos?
El mundo apocalíptico que presenta The Walking Dead, hace saltar por los aires las normas morales de la civilización contemporánea, y nadie mejor que Shane, había representado ese nuevo orden moral prestablecido. El mundo ha cambiado, o matas o te matan.
Pero ahora el personaje de una inocente niña ha hecho a más de uno retorcerse en su sofá y mirar hacia el interior de uno mismo sorprendido y temeroso. Los niños de The Walking Dead no han conocido otro mundo que no sea el gobernado por los zombies, por lo que su escala moral y de valores se encuentra ciertamente perturbada.
Lizzie es incapaz de reconocer lo que está bien y lo que está mal, no identifica a los muertos como una amenaza y piensa que la violencia per sé, es algo natural que convive con el ser humano. En cambio, su hermana Mika vive atrincherada tras una realidad ficticia, tan dañina y peligrosa como la de su hermana, y es incapaz de acabar con la vida de cualquier ser viviente, ya sea un ciervo, un zombie o un enemigo.
Con estas premisas, se plantea un escenario dantesco que mantiene en vilo al espectador, pues cuando las niñas entran en plano, cualquier cosa puede pasar, se tiene una sensación de amenaza constante que crea un suspense que ni los propios zombies han logrado provocar a lo largo de la temporada.
El episodio 4×14 es el más desgarrador de toda la temporada, quién sabe si de toda la serie junto con el magistral episodio del granero de la segunda temporada en el que se encuentra a una Sophia (hija de Carol) convertida en zombie.
De nuevo, los niños como protagonistas y conductores de un suspense brutal que mantiene enganchados a millones de telespectadores cada semana.
Y de nuevo Carol como vaso comunicante de una situación transgresora y violenta, inimaginable hace unas décadas en televisión. Carol es una verdadera líder que posiblemente se tendrá que enfrentar, llegado el momento, con Rick. Ella ha asumido el difícil papel de proteger al grupo incluso por encima de la moralidad y los vestigios legales de un mundo en decadencia. Carol asesina a los primeros contagiados de gripe de la prisión, por el bien común, y asesina a Lizzie, por ser una amenaza evidente para la pequeña Judit (hija de Rick) y el resto de miembros del grupo.
A Carol no le importa asumir ese papel, y sacrifcarse por el bien común, aunque ello conlleve cargar con la muerte y asesinato de algunos de sus compañeros, o incluso ser expulsada al exilio por parte de Rick (episodio 4×04). Carol está asumiendo el papel de líder y está dispuesta a cruzar la línea moral que Rick nunca se atrevió a tomar y que a punto ha estado de acabar con la supervivencia del grupo en más de una ocasión.
¿El fin justifica siempre los medios? ¿En un mundo dominado por seres sin alma, sin moral, deben cambiar las reglas del juego? ¿Son los seres humanos peores que los propios Zombies?
Soy Cristóbal Terrer director y redactor principal de Seriemaniac. Estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Apasionado de la fotografía. También he publicado novelas de ficción y un ensayo sobre series de tv. Presento el podcast Seriemaniac y AfterDark sobre cine.
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