El plano secuencia de 1917 ¿Es la mejor película de la historia?
Nota del equipo de Seriemaniac
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El equipo de redactores de Seriemaniac.com hemos ido al estreno de la que muchos vaticinaban como la película del año: 1917. Pero, un momento, estamos hablando de un año en el que ya habíamos visto la obra maestra de Todd Phillips: Joker (puedes leer la crítica haciendo clic en el enlace) ¿Están justificadas las buenas críticas de 1917?
Como en toda gran cita, aquí os dejamos con el análisis de 1917 por partida triple.
Crítica de la película 1917: Cristóbal Terrer
Jamás olvidaré el momento en el que fui testigo del primer visionado en cine de la película 1917 de Sam Mendes. Nunca antes se había conseguido un prodigio creativo de tales dimensiones.
Sam Mendes se ha sacado la chorra fuera y ha dado un golpe sobre la mesa, el cual tardará décadas en ser superado. Una pregunta me asaltaba continuamente durante el visionado: ¿Es 1917 la mejor película de la historia? Sí.
Al menos lo es objetivamente desde el punto de vista técnico. La fotografía, la labor del script, los técnicos de luz, sonido y cámara han hecho el trabajo más increíble que se verá jamás en una película. Sin paliativos.
Pero es que la banda sonora es magistral y las actuaciones… Bueno de las actuaciones podríamos estar hablando durante horas, no tanto por la interpretación que vemos en la cinta sino por el trabajazo anterior que han tenido que desarrollar y por la propia grabación de las imágenes: barro, caídas, zanjas, ríos… todo ello contado en una cámara que sigue a los personajes desde las trincheras hasta las líneas enemigas.
No en vano, no hay que olvidar que Mendes viene del mundo del teatro, por la que la creación de escenas y los ensayos forman parte de su educación visual.
¿Es 1917 un plano secuencia sin cortes? Obviamente, es imposible grabar una película de 2 horas sin cortes. Es imposible, no se hable más. Pero la forma de estar grabada hace que el espectador perciba una continuidad total en esta historia. Así que, sí, hay microcortes imperceptibles enmascarados con un giro rápido de cámara o el travelling que atraviesa algún objeto: dinteles de puertas, troncos de árboles o rocas.
La magia, perdón, la maestría excelsa de Sam Mendes radica en haber imaginado todo el film como una historia narrada sin ningún tipo de transiciones.
Así que, haya microcortes o no, todo tuvo que ser grabado de forma continua: los operadores de cámara acompañan a los actores durante su travesía ya sea corriendo detrás de ellos con una steadycam; utilizando coches, motos o raíles.
Los actores tuvieron que realizar su andadura superando todo tipo de obstáculos en tiempo real, sin fallos. Y lo más complicado, todo en largas jornadas de trabajo en las que había que conjugar elementos naturales. En la película no se repite ningún plano ni ningún escenario, por lo tanto, hay que controlar lo incontrolable: luz natural, ambientación, efectos especiales, imprevistos, todo.
Un auténtico prodigio al alcance de muy pocos, de hecho al alcance de nadie, solo de Sam Mendes. Pero esta técnica narrativa del plano secuencia no es un as de la manga para ganar cualquier premio al que opte. No. Este recurso es simplemente un recurso narrativo que apoya su historia. El espectador debe —o merece— acompañar a los dos protagonistas hasta su destino.
Sería incomprensible contar esta aventura épica de otra manera. El director Sam Mendes te coge, te atrapa y no te suelta durante las dos horas de metraje. Es como vivir la experiencia que vive la pareja de soldados. Una experiencia inmersiva como nunca antes se había visto en la historia del cine.
Por suerte, nunca he tenido que estar en el interior de una guerra. Ver el drama de cada historia particular, el horror, las mutilaciones, los estallidos de las bombas o las balas rebotando sobre las barreras metálicas. Ver cómo se desmorona hasta el más valiente de los soldados. No. Nunca he estado en una guerra. Pero ver la película 1917 debe ser la experiencia más parecida. Por eso el corazón se te encoge con cada plano, con cada trinchera que los soldados atraviesan, con cada campo desolado sembrado de cadáveres.
La primera secuencia es brutal. Una declaración de intenciones. Pero también lo son la escena nocturna del pueblo destruido con una fotografía inexplicable; enfatizada por el juego de contraluces del fuego enemigo y por las bombas. También por una pieza musical que va increscendo, cargada de sinfonías clásicas mezcladas con samplers que te dejan con el corazón en un puño.
Lo mismo con la escena en la que uno de los soldados corre fuera de la seguridad de la trinchera mientras sus compañeros salen hacia un fatídico destino, luchando en pleno campo abierto en un mar de explosiones: una jodida obra de arte.
Sam Mendes: «He tratado de encerrar a la audiencia con los personajes de una forma en la que no pudieran escapar, para que experimentaran cada segundo junto a estos hombres […] No queríamos que los espectadores pensaran en lo que está haciendo la cámara, sino que se pierdan en la historia»
Sam Mendes: «Filmar todo en un plano secuencia es una técnica diferente. Pero aún así, el objetivo no es que la forma de filmarlo supere a la historia y la emoción».
Los dos soldados que abandonan la tranquilidad de su trinchera para emprender una misión suicida cambiarán. Nunca volverán a ser los mismos. El espectador tampoco.
¿Cómo se grabó el plano secuencia de 1917?
Go see 1917 in a theater. Full stop. pic.twitter.com/bUwmvJSqbV
— One Perfect Shot (@OnePerfectShot) 11 de enero de 2020
Crítica de la película 1917: Víctor Mirete
Podríamos contar la historia del ser humano a partir de la guerra. No porque seamos una especie beligerante, que también, sino porque en la batalla se narra el dolor, el horror, el sufrimiento, el sacrificio, el honor, la lealtad, la miseria, la tragedia, la valentía, la cobardía, la traición, la pasión e incluso el amor.
Y todo ello, es el ser humano. Los tiempos de guerra además albergan miles de millones de pequeñas anécdotas individuales que componen todas ellas la gran sinfonía de la humanidad. El séptimo arte no es tonto, y sabe que hay pequeñas epopeyas escondidas en los grandes escenarios; y si son capaces de llegar a las manos adecuadas, podemos encontrar cintas tan asombrosas como 1917.
Una historia que sin ser real, acabas haciéndola realidad en tu mente. La culpa de todo ello la tiene un tipo llamado Sam Mendes, que ha tenido el arrojo o inconsciencia de guionizar y dirigir la película más compleja en cuando a realización de la historia. Un absoluto alarde técnico, táctico y teatral capaz de ensombrecer a todo cuanto hayamos visto antes en el género. Pasa a ser inmediatamente una cinta de culto y una obra maestra irrevocablemente.
Sam Mendes: «Filmar todo en un plano secuencia es una técnica diferente. Pero aún así, el objetivo no es que la forma de filmarlo supere a la historia y la emoción».
Creo haber visto en su estreno en España un rodaje y montaje perfecto. Y esa perfección se llama plano secuencia de dos horas. ¿Cómo se pueden rodar dos horas enteras de metraje con un solo plano (o dos y un apagón si nos ponemos tiquismiquis)? Pues con un alucinante trabajo creativo, preparatorio, actoral, técnico y posterior. La música, avalada por Thomas Newman, compositor de La Milla Verde o Camino a la perdición, redondea y engrandece aún más una fotografía majestuosa, un guión meticuloso, un trabajo interpretativo encomiable, una épica ensordecedora, un drama acongojante y un realismo inaudito.
Se merece todos los premios que se va a llevar, y estaba tan calladita que apenas nos ha dado tiempo a verla llegar.
1917, la película del año, la película de la década, la película del siglo.
Crítica de la película 1917: Alfonso Gutiérrez Caro
1917: Dos hombres y un destino
Alguien dijo una vez que la guerra es el miedo disfrazado de coraje. Una frase difícil de olvidar. No se me ocurre un concepto mejor para ilustrar la historia en la que 1917 nos envuelve pues en ella el miedo a la muerte, la pérdida del hogar y el no retorno a los seres queridos está íntimamente ligado con una acción de valor tan extraordinaria como, casi, imposible.
El tándem Mendes / Deakins eleva a la Gran guerra a categoría de obra de arte, regalando la película bélica más brutalmente bella a nivel visual desde, quizás, la enorme Apocalypse now de Coppola. Toda una proeza técnica al alcance de unos pocos elegidos. Un extenuante viaje a un infierno de trincheras, miseria y muerte, silbantes balas, pútridos socavones y ruinas de un mundo al borde del colapso.
1917 se vive -o puede que sea más preciso decir que se sufre- del primer minuto al último, haciéndote partícipe de la singular misión encargada, colocándote en primera línea de combate, en plena no man’s land (tierra de nadie), entre escombros y cadáveres, con el uniforme encostrado de tierra y sangre propia y ajena. Una experiencia que deja huella, que te hace retrotraerte a esas otras ocasiones especiales en las que el cine traspasa el celuloide para convertirse en algo más.
Puedes leer más artículos como este en nuestra sección: Críticas de cine.
Cómo se hizo el plano secuencia de 1917
Soy Cristóbal Terrer y estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabajo como profesor de marketing y en mi tiempo libre escribo novelas de ficción. Además, presento un podcast sobre cine y realizo fotografías artísticas.
És una buena película pero muy inferior a Dunkerque. Además,parece un videojuego de PlayStation. Está sobrevaluada.
Tiene mérito el plano secuencia y la iluminación es maravillosa.
Gracias por comentar… Dunkerque es un peliculón también
Técnicamente es impecable, pero ya se han hecho tantas cosas que es difícil dejar marca. Creo que copia el estilo de Dunkerque y añade lo del plano largo, en cuanto a cosas de guerra nada que no hayamos visto ya en alguna película, además muy poco dialogo, poca historia explicada, es casi un video-juego.
[…] consecuencia ha tenido su eco en el reparto equitativo de estatuillas, a saber: Parásitos con 4, 1917 con 3, Joker con 2 (actor y banda sonora), Érase una vez en Hollywood con 2 (diseño producción y […]