El día de los forajidos: análisis de uno de los mejores western de la historia
Desde el estreno de La diligencia en 1939, el western se impuso como el género cinematográfico más relevante dentro de la industria norteamericana. Desde el estreno de la película de Ford hasta la década del 80, por el género pasaron los directores y los actores más relevantes y, como consecuencia, se produjeron algunas de las más grandes obras maestras jamás filmadas. Una película poco conocida en la actualidad, pero que tiene un gran valor dentro del género es El día de los forajidos (Day of the Outlaw, 1959).
En El día de los forajidos, el todoterreno Andre De Toth combina a la perfección el western y el thriller y construye una película de encierro de la cual todo un pueblo es parte. Lo interesante y novedoso de esta obra es que, en este caso, el encierro es doble, ya que los pobladores no son sólo oprimidos por un grupo de bandidos que se escapa de la ley, sino que también por el clima hostil y la nieve que caracterizan a ese pueblo ubicado en el medio de las montañas de Wyoming.

Es interesante analizar el comienzo de la película y como, luego de plantear un conflicto clásico del género, se adentra en una trama completamente diversa a las ya conocidas. En ese comienzo, un grupo de colonos liderados por Hal Crane decide colocar un alambrado para proteger sus cultivos. Esto genera un enfrentamiento con el poderoso Blaise Starrett (un magnífico Robert Ryan), quien desea que su ganado se mueva libremente por el territorio. Starrett, a su vez, está enamorado de Helen (Tina Louise), la valiente esposa de Crane.
En ese punto, el guion de Philip Yordan introduce el más clásico de los enfrentamientos del western: ganaderos vs granjeros y un conflicto amoroso entre enemigos. De Toth consigue generar un ambiente de tensión total que se grafica en escenas como la discusión en las escaleras y el enfrentamiento a tiros que se está por producir al momento de rodar una botella. Es preciso señalar la excelencia del travelling que acompaña el movimiento de la botella a lo largo de la barra.
Pero el enfrentamiento entre Crane y Starrett no se produce justamente por la irrupción de los bandidos liderados por Jack Bruhn (glorioso Burl Yves), un ex capitán del ejército estadounidense devenido en ladrón. Allí la trama cambia por completo y el conflicto que se impone es el de un pueblo entero secuestrado por unos ex militares.
La banda liderada por Bruhn, quien aún viste su uniforme, se está escapando luego de realizar un importante robo e irrumpen en el pueblo debido a que necesitan un lugar para esconderse y, principalmente, un médico que le pueda salvar la vida al ex capitán.

La llegada del grupo de bandidos logra unir a ese pueblo enfrentado para defenderse de los ataques. Lo que plantea lucidamente El día del forajido es la idea política de que a una comunidad no la unen los intereses económicos ni las simpatías, sino la lucha con enemigos en común. En el cine norteamericano, una gran película como Entre dos juramentos (Two Flags West, 1950) ya había planteado una idea similar. En ese caso, la forma de unir a los ciudadanos, luego de la cruenta guerra de Secesión, era a través de la lucha contra una otredad: los indios. El trabajo de su director Robert Wise en esa película es notable.
Más allá de lo bien aprovechado del paisaje y del lucimiento de De Toth en escenas como la del baile y la de los enfrentamientos, lo más interesante de la película radica en la contraposición entre los personajes de Robert Ryan y de Burl Yves.
Lo notable del personaje de Yves es su forma de ejercer la autoridad. En todo momento se intuye que es un personaje que, a pesar de sus buenos y refinados modales, puede ejercer una violencia extrema. La inteligencia de De Toth radica en que nunca se muestra esa violencia, sino que sólo se puede intuir en el miedo que genera en sus compañeros de banda. En diferentes momentos, los bandidos Tex (Jack Lambert) y Pace (Lance Fuller) señalan su desacuerdo con lo ordenado por Bruhn, sin embargo, nadie se anima a rebelarse debido a las consecuencias que esto puedo generar. «En West Point decidí ser sólo soldado, sin que quedara lugar para el ser humano» afirma Bruhn en una auténtica y sincera declaración de principios durante la muy buena escena de la operación para extraerle la bala.

Por su parte, el personaje de Robert Ryan tiene notables similitudes con el Tom Doniphon de John Wayne en El hombre que mató a Liberty Valance (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962). Tres características unen a ambos personajes: representan el pasado violento del territorio, utilizan el poder de la fuerza antes que la palabra y tienen la capacidad de enfrentarse desde un lugar de autoridad con los bandidos. También en ambos se produce una transformación a lo largo de la película y deciden sacrificarse por ese pueblo. ¿Qué es lo que los lleva a ese sacrificio? ¿Un amor imposible? ¿La comprensión de que el tiempo de la violencia ya había pasado? ¿Un sentido de pertenencia hacia esa sociedad que habían ayudado a construir?
Doniphon decide sacrificarse por amor y por una comprensión lúcida de que el tiempo de los hombres como él ya había pasado. En El día de los forajidos, el propio Starrett responde a este interrogante al señalar que lo hace sólo porque, luego de enfrentarse con Crane, descubrió que él no es nada distinto a los bandidos que invadieron el pueblo. Como se observa, ambos personajes comprenden que sus formas de actuar fueron necesarias en un momento, el de la extensión de las fronteras, pero ya han quedado obsoletas para los tiempos venideros, el del progreso social.
En El día de los forajidos, el sacrificio es concreto y se materializa en ese magnífico tercer acto. Starrett conduce a los bandidos hacia las montañas nevadas en plena tormenta luego de engañarlos señalándoles que existe un camino a través de ella. Allí, De Toth vuelve a utilizar de manera magistral los espacios naturales al filmar su extrema crudeza. En ese tercer acto, los protagonistas son el viento, la nieve y la avaricia y son estos los que ponen fin a la vida de los bandidos.
Puedes leer otros artículos como este en mi sección: Juan Manuel González.
Soy un redactor creativo proactivo y con experiencia en el desarrollo de estrategias de contenido web. Mi objetivo es ofrecer contenidos significativos y de calidad a través de una escritura que favorezca el engagement y el storytelling.
Vista: 58