Crítica de la película Otra ronda
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En unos tiempos pandémicos en los cuales parece que el consumo de alcohol se ha disparado por las nubes, la magia de poder asistir de nuevo a las salas de cine se combina con uno de esos films que crearán tendencia.
Otra ronda (Druk) es la nueva película del siempre interesante director danés Thomas Vinterberg, el cual ya nos sorprendió con la película La caza protagonizada por el que parece ser su actor fetiche, Mads Mikkelsen (recordado por su papel del temido asesino canibal Lecter en la serie de culto Hannibal), que repite de nuevo en esta especie de elegía —adornada en una especie de pseudoestudio científico— sobre el consumo de alcohol.
Vinterberg tiene a gala seguir expandiendo y profundizando esa corriente de Dogma. Un movimiento artístico creado por la escuela danesa que pretende desprender al cine de cualquier subterfugio innecesario, sobrando incluso la rigurosidad en la composición de los planos o la composición, para dar lugar a un estilo que se asemeja a la cámara en mano de cualquier grabación casera.
Dinamarca ha mirado de cerca esta cinta que acudirá como candidata a los Oscar 2021 para competir en la sección de mejor película extranjera (a buen seguro que logrará el triunfo). La mirada se realiza a través de un acto de análisis reflexivo sobre la triste realidad que parece haberse instalado en los países nórdicos, más allá del tópico —real, todo sea dicho— de que los británicos o los alemanes beben más que cosacos.
En la actual sociedad burguesa, el alcohol se ha convertido en un problema a tener en cuenta. Mi experiencia viviendo un año en Inglaterra me convenció de que los ingleses muestran una cara muy diferente a esa habitual pátina de educación impostada cuando se enfrentan a una buena pinta de cerveza, mientras permanecen acodados en la barra de algún pub.
En esta época en la que nos gusta etiquetarlo todo, Escandinavia, denominada como sociedad de la felicidad, muestra unas preocupantes cifras de consumo de alcohol entre todos los segmentos de la población. Por no hablar del índice de suicidios, la soledad no escogida o las muertes de ancianos que no son detectadas hasta transcurridos varios meses. No es de extrañar que las novelas nordic noir hayan encontrado en esta coyuntura social el entorno para desarrollar sus siniestras tramas.
Como decía, los confinamientos recientes ponen de manifiesto que la bebida puede resultar una atractiva válvula de escape al servicio de la liberación de la mente y el espíritu.
Sí. Tenemos que hablar del alcohol. Eso que como decía Homer Simpson es solución y raíz de todos nuestros problemas. Si estas deprimido: bebe. Si tienes algo que celebrar… ya sabes.
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Destilando cine de alta graduación
La película Otra ronda destaca por ofrecer un punto de vista interesante. En ningún momento cuenta con esa dosis de moralina ejemplificante, tan frecuente en el cine norteamericano. Vinterberg no juzga, toma la distancia suficiente para mostrar unos hechos que bien podrían suceder en cualquier instituto o en cualquier otro ámbito. Muestra todas las aristas de una problemática sin tomar partido. Muestra todas la experiencia de beber alcohol tal cual es: con sus efectos positivos y negativos.
Este grupo de profesores reconecta con su vocación por enseñar a sus alumnos de forma entusiasta y apasionada. Se reencuentran con ese yo al que daban por perdido con el paso de los años, conforme los sueños dejan de cumplirse aplastados por la realidad.
Además, al igual que en otras películas europeas que la han precedido (Full Monty, Billy Elliot) Otra ronda aborda un tema delicado (y en muchas ocasiones envuelto en convenientes tabúes) desde un perfecto equilibrio entre el drama y la comedia. Con algunos toques de humor sutil que sirven de contrapunto al drama que estamos observando.
Por ejemplo, resultan maravillosos los entrenamientos del equipo infantil de fútbol capitaneado por el pequeño «gafitas», el cual protagoniza algunos de los momentos más emotivos de Otra ronda.
Como espectadores observamos las peripecias de este grupo de docentes con cierta distancia. La sala del cine se debate entre reír o llorar. Personalmente, durante algunos momentos del metraje era consciente de que me estaba riendo a carcajada limpia, para luego plantearme: ¿de qué mierda me estoy riendo?
El estudio de Finn Skårderud
Sin desvelar nada, la trama arranca cuando un grupo de profesores decide realizar una especie de experimento sociológico para identificar cómo afecta el alcohol en sus relaciones sociales y en su profesión.
Todo ello, sustentado por otro estudio real, el del noruego Finn Skårderud, que explica como el ser humano nace de forma congénita con un déficit de alcohol en sangre de 0.05%.
Solo cuando somos capaces de compensar ese déficit con la ingesta de una pequeña dosis de alcohol, encontraremos el equilibrio que nos permite afrontar de mejor manera nuestra relaciones personales y profesionales, a saber, somos más dinámicos, simpáticos y seguros de nosotros mismos.
El alcohol pone de manifiesto una realidad escondida de nuestro propio ser. La desinhibición provocada por su consumo nos libera de una serie de cargas, las cuales vamos arrastrando con el paso de los años, al tiempo que permite despojarnos de algunas inseguridades que sepultan nuestros sueños, frenando la incapacidad para mostrarnos ante el mundo como realmente somos.
El consumo de este tipo de sustancias, como todo en la vida, se basa en el equilibrio. Siempre he dicho que desconfío de todo aquel que no consume ni una gota de alcohol. Pero sería muy naif pensar que el alcohol tiene una vertiente muy peligrosa que puede sumir a una familia en el colapso y la desesperación.
Resulta que el alcohol tiene siempre un componente hipócrita. Todos nos hemos emborrachado pero no dudamos en juzgar a aquel que en algún momento coquetea con la intoxicación.
Sucede con la mujer del protagonista, Martin, el cual es criticado duramente por ella por una borrachera descomunal pero después, no duda en beberse una copa de vino blanco en cuestión de segundos para digerir una situación delicada.
El género femenino queda reflejado en la historia como un herramienta sobre la que pivota la vida de los hombres, pero sin caer en tópicos machistas, ni buscar los tres pies al gato de un tema tan candente —y en ocasiones mal utilizado— como el empoderamiento femenino.
La relación con las esposas, con las mujeres o la ausencia de ellas, sirve de detonante para que estos profesores no duden en alcoholizarse, incluso en horas de trabajo. Si añadimos la crisis existencial de los cuarenta y esa extraña sensación de que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor, las inseguridades se convierten en un peligroso cóctel explosivo —valga el juego de palabras—.
La escena final de Otra ronda
Si Full Monty o Billy Elliot (y por qué no, otras pelis como Trainspotting o Réquiem por un sueño) pasaron al imaginario colectivo por algunas escenas históricas, Otra Ronda también tiene su escena icónica.
Mads Mikkelsen cierra la película con una coreografía contemporánea (al ritmo de la canción What a Life) dejando atónito al espectador por la belleza de los movimientos y, especialmente, por la expresividad de unas emociones: la liberación y exaltación de la vida.
No queda claro si el protagonista Martin decidirá rehacer su vida y dar una segunda oportunidad a su mujer en un intento de autoconocimiento y de hacer las paces consigo mismo, o si el baile desenfrenado responde más bien a la decisión de entregarse por completo al alcohol.
En cualquier caso es un acto de liberación brillante. No en vano, el director de la película tuvo que enfrentarse durante las primeras semanas de rodaje a la muerte de su hija Ida, de 19 años, la cual murió en un accidente de tráfico. La joven iba a participar en la película como hija del protagonista.
Está claro que Vinterberg ha optado por seguir adelante, con todo lo que ello conlleva: con las luces y las sombras. Con la sobriedad de un cineasta que decide cerrar una pequeña obra maestra con un escueto fundido en negro: A Ida.
Tráiler de la película Otra ronda (Druk)
Soy Cristóbal Terrer y estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabajo como profesor de marketing y en mi tiempo libre escribo novelas de ficción. Además, presento un podcast sobre cine y realizo fotografías artísticas.
Bueno… me mató lo del estudio del alcohol. Yo no bebo. Sencillamente, no me gusta. Y mis padres tenían problemas con el alcohol, por lo que me parece razonable mantenerme lejos. Sé lo que le puede hacer a una familia.
Será cuestión de ver la película.
[…] último, nos alegramos también por la peli Otra ronda y su triunfo como mejor película de habla no […]
[…] La buena noticia es que su personaje será realizado por un sustituto de lujo como es el actor danés Mads Mikkelsen, en estado de gracia por protagonizar la maravillosa cinta (ganadora del Oscar a mejor película extranjera) Otra ronda. […]