Crítica de la serie Black Mirror
Nos deberíamos replantear el futuro que nos espera, o lo poco que nos queda de humanidad se acabará por autodestruir. Nos están arrebatando la capacidad para decidir, para pensar, para sentir. Somos presa de nuestra propia voracidad y esclavos de la materia inexistente: El éxito, la mediaticidad, la inmediatez, la popularidad, la novedad, la tecnología… Y no nos damos cuenta que en el fondo somos animales “carnívoros”, perversos, rastreros, morbosos, que tan solo anhelamos aquello que no poseemos, aquello que tienen otros, aquello que causa espanto y aberración. Nos hemos ido convirtiendo poco a poco en avatares, en títeres y diablos de nosotros mismos. Un trágico desenlace de nuestra incuestionable capacidad para ir más allá, para no conformarnos con ser felices con lo que tenemos a mano, con lo que en esencia otorga la vida. Hemos traicionado a la naturaleza y a la propia humanidad arrebatándole eso mismo. Somos retorcidos, somos manipulables, somos dependientes, somos viles y despreciables si dejamos que esto ocurra. Y mucho me temo que lo vamos a dejar. Mucho me temo que mis descendientes serán quienes tengan que acarrear las consecuencias de este desastre mundial que traerá consigo el desmesurado avance tecnológico y la mortal epidemia de redes sociales. Nuestras vidas han desaparecido. No vamos a estar a la altura de nuestro avance. Nos va a controlar y nos va a convertir en antihumanos.
¿Estoy siendo exagerado o algo ambiguo? Pues deberíais ver la serie de TV “Black Mirror” (Charlie Brooker) y se os quedará la misma cara de imbéciles que a mí. Se os empequeñecerá el corazón y se os partirá el alma. He visto tan solo los tres primeros capítulos, y me bastan para saber que están totalmente en lo cierto en lo que plantean y como lo plantean.
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Me da igual si está mejor rodada o peor, si los actores son mejores o peores, si la trama es más limpia o menos, si se dejan cabos sueltos o no. Me da igual todo eso, porque el mensaje está tan claro y tan bien definido y expresado que te destroza. La situación metaforizada y la escena utilizada para recrear ese mensaje son apabullantes. Y a mí, me ha causado ira, una terrible ira. Solo se me ocurre una osa, y ya he tomado mi decisión para el resto de lo que me queda en este mundo. Yo no seguiré aquí cuando eso ocurra. Yo no voy a participar de esa debacle. Y podéis pensar lo que queráis, porque me importa una mierda lo que piensen de mí, me importa un carajo lo que genere este artículo y lo que se expanda o no. Sentir no es esperar a ver las reacciones de los demás, pensar no es imitar a los demás, decidir no es mirar un espejo negro y sentirse libre; y porque tener éxito no es consecuencia de lo que los demás opinen de ti. Y mucho me temo que si no os dais cuenta, vais a acabar en un foso infernal.
“Black Mirror” es nuestro espejo y está muy negro.
Soy Cristóbal Terrer y estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabajo como profesor de marketing y en mi tiempo libre escribo novelas de ficción. Además, presento un podcast sobre cine y realizo fotografías artísticas.