Análisis en profundidad de la serie de Netflix Mesías
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El mes de enero ha traído el estreno de un montón de buenas series en todas las plataformas. Uno de los más esperados ha sido Mesías de Netflix.
La serie de diez episodios se estrenó el pasado 1 de enero envuelta en un halo de misterio y controversia. Ya sabemos como tenemos de suave la piel hoy en día, así que la serie era una declaración de intenciones que levantaría muchas ampollas.
¿Por qué? Porque Mesías es una serie muy interesante en la cual se cuenta la aparición de un extraño personaje que parece ser el enviado de Dios en la Tierra. Esa segunda venida que muchos libros sagrados vaticinan. El mismísimo hijo de Dios. El nuevo Jesucristo.
La posverdad en la serie Mesías
¿Qué pasaría si en los tiempos actuales apareciera el nuevo hijo de Dios? Pues seguramente, algo muy parecido a lo que se nos cuenta en la serie. Intereses políticos, tensión en Oriente Medio y una larga cola de seguidores alentados por el uso de las redes sociales.
Desde luego, que si apareciera un personaje de tales características obrando milagros allá por donde vaya sería un caldo de cultivo para las redes sociales, expertas en dar mediaticidad en tiempo real a cualquier cosa que sucede, sin tener en cuenta siquiera si la fuente de información es cierta o fiable.
Eso es con lo que juega la serie durante toda esta primera temporada: ¿Es ese personaje realmente el enviado de Dios? El espectador tiene la misma información que los miles de seguidores que acompañan a este supuesto Mesías. Y eso es lo que hace que la serie funcione muy bien, aprovechando al máximo la actual estructura de las nuevas series de televisión: tramas bien elaboradas, dosis de misterio y gran cantidad de cliffhangers que provocarán que la serie se consuma en poquitos días.
Sin ser una serie que te vuela la cabeza, sí estamos ante una gran producción con altas dosis de entretenimiento. Reflexiones muy importantes como la fe, el papel de las religiones y la soledad se ponen de manifiesto mientras aceptamos el reto de descubrir si el protagonista es realmente el Mesías.
Lo vemos aparecer en mitad de un tornado, sobrevivir a una tormenta de arena o incluso caminar sobre el agua. Pero, ¿es real? En esta época de posverdad y fake news la premisa es un punto de vista muy interesante.
Reflexiones que provoca la serie Mesías
Mesías de Netflix tiene múltiples lecturas. Se ahonda también en el actual problema que hay en territorio de la franja de Cisjordania y la cruenta batalla en nombre de Dios entre palestinos e israelíes en busca del reconocimiento de un estado independiente. Un tema que parece ser lejano a las sociedades occidentales pero que cada año se cobra miles de víctimas y amenaza ser el detonante que haga saltar por los aire el actual status quo.
Obviamente, la amenaza terrorista es uno de los leitmotiv de la serie. La CIA y varias agencias gubernamentales ponen el foco en este personaje que promueve tantas alegrías como posibles problemas. Algunos grupos religiosos tienen la excusa para iniciar una nueva guerra santa que podría suponer una amenaza para todo el planeta.
Por otra parte, es una reflexión interesante sobre la fe. La llegada de un nuevo Mesías podría hacer tambalearse a muchas religiones y los movimientos extremistas que han surgido a partir de ellas. Las religiones del mundo se derrumbarían ante una prueba fehaciente de que un mesías cristiano aparezca en la Tierra.
En una última capa, Mesías es una historia sobre la soledad y el fervor inconsciente que muchas personas profesan a su trabajo. Algo que queda latente al observar la vida de Michelle Monaghan como agente de la CIA que pone en riesgo su salud por seguir indagando en un caso que la atrapa desde el principio.
Monagan interpreta a una agente solitaria, sin nadie a su alrededor. Solo su senil padre parece ser el único preocupado por ella, la única persona que decide seguir su camino por el cual se han ido quedando atrás —presumiblemente— familiares y amigos. Siempre la vemos sola, sin tiempo para ella misma, trabajando con su portátil en una pequeña cafetería en la que jamás conocerá a nadie.
Su homónimo en Oriente Medio se encuentra en la misma situación. Separado, con suficientes excusas laborales para no visitar a su hija pequeña. Dos auténticos perdedores que se hallan perdidos, por más que un Mesías sea enviado para salvarnos. De su particular infierno no los podrá sacar nadie, ni a ellos ni a nosotros. Por eso el espectador empatiza pronto con estos dos personajes rotos por dentro. De nuevo un antihéroe al servicio de la tercera edad de oro de las series.
Teniendo todo esto en cuenta, los parecidos con Homeland —al menos en sus dos primeras temporadas— resultan evidentes. De nuevo, un personaje misterioso del que no conocemos sus intenciones. En Homeland, Brody era un agente doble sobre el cual sobrevolaba la duda de si era un terrorista que venía, tras años de cautiverio, a amenazar el suelo estadounidense.
Las primeras temporadas de Homeland fueron eléctricas, cargadas de adrenalina. Lo mismo le ocurre a Mesías, la cual, sin tener una profundidad en tramas y personajes excesiva resulta una serie que te mantiene enganchado sin parpadear, jugando muy bien sus puntos fuertes. Además cuenta con algunas escenas de impecable factura: la escena del tornado, o el tiroteo en el Monte del Templo.
Una serie correcta pero apasionante, la cual ya se ha convertido en una de las sorpresas de esta nueva temporada televisiva que acaba de comenzar.
Puedes descubrir los nuevos estrenos que tendremos en 2020 haciendo clic en el enlace.
Una curiosidad: el Monte del Templo se tuvo que reconstruir en un decorado debido a la imposibilidad de grabar las escenas en el emplazamiento real. Pero hay más. La serie ha sido desde el inicio una patata caliente para los altos directivos de programación de Netflix, sabiendo que era un producto muy interesante pero que podría crear una gran controversia, lo cual ha terminado por ser una herramienta de marketing muy eficaz.
Tampoco ha sentado muy bien que nadie del equipo de dirección y producción hablara árabe, aunque sí se ha contado con un grupo de traductores. De hecho, ni el propio actor que interpreta al Mesías es de esa procedencia, pues su nacionalidad es belga.
El nombre que los seguidores del misterioso personaje le otorgan en la serie, Al-Masih, es el nombre que según el Islam empleó un falso profeta, considerado para muchos como el mismísimo Anticristo. No se sabe si esto ha sido un error garrafal de Netflix respecto a su conocimiento de los libros sagrados o un spoiler de tomo y lomo.
De momento, habrá que esperar para ver la segunda temporada que seguirá conservando gran interés por conocer más de esta historia. ¿Habrá llegado Mesías para quedarse en el olimpo catódico?
Tráiler de la serie Mesías
Soy Cristóbal Terrer y estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabajo como profesor de marketing y en mi tiempo libre escribo novelas de ficción. Además, presento un podcast sobre cine y realizo fotografías artísticas.
Caramba… confieso que no me llamó la atención… pero con tu crítica me dieron ganas de verla!