Curiosidades de El coche fantástico
Advertencia: Puede que el redactor de este artículo estuviese influenciado por los efectos dañinos de la nueva normalidad al escribirlo.
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¿Te acuerdas de El coche fantástico? Todavía sientes lo que sientes al ponerte delante de un volante. Entonces, no hay dudas, también eras un flipado de esta serie ochentera.
Una sección fresca y diferente en la que recuperamos series míticas con las que hemos crecido y que quizá encerraban algo más de trasfondo de lo que pensábamos, o quizás solo fuese casualidad, ya sabéis aquello de que incluso un reloj roto da la hora correcta dos veces al día.
- Series míticas de ayer y nunca: Los vigilantes de la playa
- Series míticas de ayer y nunca: Corrupción en Miami
- Series míticas de ayer y nunca: McGyver
Esta sección, de dudosa reputación pero avalada por nuestros lectores, nos trae una nueva entrega. Era lógico que El coche fantástico no pudiera faltar en este repaso a las series de los ochenta con las que un montón de seriemaníacos hemos crecido y nos hemos hecho ¿adultos?
Muchas cosas llamaban la atención de esta serie. La primera de todas ya la vimos en el episodio piloto. Sí, la serie tenía un comienzo, no era un procedimental que comenzara in media res, es decir, de repente y sin previo aviso.
El lynchiano episodio piloto
El comienzo era además de lo más bizarro. Un policía llamado Michael Arthur Long (interpretado no por David Hasselhoff sino por Larry Anderson) se hallaba investigando un complicado caso de espionaje industrial. Durante una persecución contra los criminales es abatido cruelmente y le ametrallan en toda la cara con un montón de balas. El tipo era guaperas pero, ¿cuando los guapos han sido inmunes a las balas? El caso es que la banda criminal da a Long por muerto.
Lo que no sabían es que una organización clandestina y, por lo visto, súpertecnológica, que lucha para acabar con el crimen, recoge el maltrecho cuerpo de Long y su coche, el cual había quedado hecho pedazos.
Tras una operación complicadísima y el uso de moléculas de no sé qué, consiguen reconfigurar el rostro de Long (que ahora se convierte en el rostro de David Hasselhoff) y otorgarle esa belleza de chulo de playa (que tanto le ayudó posteriormente en Los vigilantes de la playa) y su característica sonrisa bobalicona.
El coche también es reparado, de hecho, empleando los avances de la tecnología basada en la IA (Inteligencia Artificial) consiguen crear un automóvil que tiene voluntad propia. Hasta el punto que en el episodio piloto KITT le vacila a Hasselhoff cuando este quiere poner música en el coche: No. Nada de eso. El verdadero prota de la serie era el jodido coche y no la melena cardada de Hasselhoff.
Otra cosa era el tema del aire acondicionado. ¿Había aire en ese coche? Parece que en los ochenta casi ningún coche lo llevaba incorporado, y, a juzgar por los largos viajes que ambos hacían por las carreteras de Estados Unidos, allí tenía que hacer un calorazo y un olor a cerrado que ya me diréis vosotros.
La respuesta en cambio, parece obvia: Sí, había aire acondicionado. Esta conclusión se extrae atendiendo al atuendo que Hasselhoff llevaba en todos los episodios: chupa de cuero negra y jersey rojo con cuello de cisne. Una de dos: o el KITT este era un cachondo. O Hasselhoff era gilipollas. Nunca lo sabremos.
Curiosidades de El coche fantástico
La serie de NBC constó de 4 temporadas y emitió su último episodio el 8 de agosto del 1986. No en vano, en 2008 se trató de realizar un remake que fue un fracaso estrepitoso, posiblemente porque no se quiso contar con el bueno de David Hasselhoff. Finalmente este nuevo intento solo obtuvo una única temporada.
A día de hoy todavía suena el rumor de que la serie podría volver, más pronto que tarde, no se sabe si en formato serie o película. David Hasselhoff lo anunció a bombo y platillo en sus redes sociales en 2019 e incluso se habló del creador de la franquicia Too fast too furious para recrear la nueva serie, la cual, esta vez sí, contaría con el mítico actor.
Respecto al coche se ha hablado mucho sobre el tema. KITT era en la realidad un modelo Pontiac Firebird Trans Am v8 de 1982, construido por General Motors.
Se dice que se usaban hasta cuatro o cinco vehículos dependiendo del tipo de escena que se iba a grabar. Para los típicos saltos que vimos en series como El equipo A o McGyver se usaba un modelo que prácticamente estaba hueco por dentro, para que pesara menos.
El acrónimo de KITT es Knight Industries Two Thousand (en castellano Industrias Knight 2000). ¡Qué manía había en esos años con poner a todos los nombres la coletilla de 2000 para que sonaran futuristas y más molones! La serie Búscate la vida ya parodió sobre este tema cuando todos los artilugios y nombres absurdos que utilizaban terminaban en 2000. Un ejemplo: el repartidor de periódicos 2000.
Siguiendo con la trama, Michael Long, tras haber sido operado del rostro decide cambiar su nombre por Michael Knight. Que, obviamente, molaba mucho más. Me recuerda a cuando Homer Simpson se cambia el nombre por uno con mucho más gancho: Max Power.
El caso es que Michael Knight opta por seguir trabajando para esa organización misteriosa que le ha salvado la vida. Especialmente, porque en el taller en el cual KITT era reparado, tenía a dos pivones que se lo lavaban y lo dejaban como nuevo (el coche, digo). No quiero ni imaginar la de palos que le hubiera caído a la serie en nuestros tiempos, ni la de convencionalismos sociales que hubiera quebrantado hoy en día.
David Hasselhooff desciende a los infiernos
David Hasselhoff ha protagonizado algunas de las series más míticas de todos los tiempos. Concedámosle eso. Incluso intento crear una especie pseudo noir absurdo a raíz del éxito de Los vigilantes de la playa. La serie se llamaba, en un alarde originalidad: Los vigilantes de la noche. Pero, ¡qué cojones!. O sea, que después de estar pateando todo el día las playas de Malibú, venga para arriba, venga para abajo; ¿le quedaban fuerzas para estar patrullando la ciudad de madrugada?
Después de estos trabajos Hasselhoff protagonizó su particular descenso a los infiernos. Yo que tuve la suerte de vivir durante un año en Inglaterra y recorrer gran parte de las ciudades del país, asistí un día a un hecho que se me quedó grabado en las retinas. En un decadente teatro de la ciudad de Bristol, vi un cartel en el que Hasselhoff se anunciaba como el protagonista de un musical. Porque, sí, el tipo se hizo también cantante… Flipa.
El posnegacionismo de KITT
Pero pongámonos serios en este análisis de lleno de curiosidades de El coche fantástico. KITT representaba una corriente de pensamiento mucho más profunda que la que pretendía aparentar con sus saltos, rayos X (sí, el coche tenía rayos X), persecuciones y correrías nocturnas.
KITT es el reflejo de un posnegacionismo que ya en los ochenta trataba de echar por tierra ese estado del bienestar que los países occidentales estaban alcanzando en mayor o menor medida: El del sí a todo, la felicidad de un periodo sin grandes contiendas bélicas, el consumismo disparatado, las hombreras y los pelos cardados.
La mirada metálica de KITT, si lo pensáis bien, siempre devolvía una lacónica respuesta negativa cargada de melancolía. Su luz roja que tenía instalada en el morro deambulaba de izquierda a derecha describiendo el símbolo universal de negación: «No, no, no».
«No, no, no». Acaso no era El coche fantástico un canto vacío, casi sordo (por ese ruidito que hacía la luz al moverse de izquierda a derecha) que trataba de alertarnos de los peligros que traería el nuevo siglo. Una especie de «grito» como el del pintor Edvard Munch, el cual mostró en su obra más famosa el grito desgarrado de una figura desdibujada ante lo que parecía acontecer el siglo XX (guerras mundiales, crisis económicas…).
«No, no, no». ¿Quizás la IA que había instalada en KITT había tomado plena conciencia —como más tarde haría Skynet en Terminator— y trataba de alertarnos de los problemas que atravesaría la humanidad en los años posteriores?
O quizás, KITT había desarrollado ese dolencia sensible que todos los replicantes de Blade Runner desarrollaron: se sentían diferentes. En el caso de El coche fantástico casi que se diría que despreciaba a los humanos que lo tenían sometido a largas horas de patrulla.
¿Exagero? KITT tenía un botón dotado con la críptica palabra EJECT, el cual hacía que su piloto (en este caso Michael Knight) saliera despedido por los aires. ¿No era eso el único acto de bondad que los ingenieros de KITT le habían permitido para que Michael Knight fuera mandado a tomar por ****?
En España, ese negacionismo que rozaba lo posmoderno, ya en los años ochenta, se encontraba refrendado por la voz de señor mayor que el maldito coche tenía.
Sí, era la voz del maravilloso actor de doblaje Carlos Revilla, el cual daba voz a Homer Simpson en las primeras temporadas, en las buenas. ¿Me puede explicar alguien porque un coche guapísimo y modernito tenía esa voz? ¿Acaso no era un intento por autorizar de paternalismo a la única figura que Michael Knight tenía como referente?
Desde luego, un intento vacío por meter en cintura a ese idiota que parecía estar más tiempo pensando en las señoritas a las que rescataba que por acabar con el crimen organizado. ¿Estaría KITT contento de que ese chuloplaya se metiera dentro de él y tocara todos sus botoncicos de colores sin ton ni son? La respuesta ya os la adelanto: «No, no, no».
Intro de El coche fantástico
Mejores saltos de El coche fantástico
Soy Cristóbal Terrer y estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabajo como profesor de marketing y en mi tiempo libre escribo novelas de ficción. Además, presento un podcast sobre cine y realizo fotografías artísticas.
Hace muchos años, el auto vino a mi país (Argentina)… se formó una fila larguísima para verlo… la inmensa mayoría eran familias con chicos chicos… yo no tuve excusa… fui sin compañía.
Me había olvidado por completo… vergonzoso.
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