Stranger Things: la gallina de los huevos de oro de Netflix
Netflix se arriesgó con una serie que pocos auguraban como exitosa, y con un trabajo fantástico ha conseguido colocarla en el siempre complicado pedestal de las grandes series. Ahora sí, una de esas series de las que todo el mundo habla. Queda poco por decir sobre Stranger Things que no se haya dicho todavía.
Si siempre hablo de Halt & Catch Fire (Filmin) y su capacidad de conmover valiéndose del poder evocador de la nostalgia, con Stanger Things, Netflix utiliza la misma fórmula, pero elevándola a la enésima potencia. Aunque cuidado, porque como decía un slogan publicitario, la potencia sin control no sirve de nada.
Esta serie trata de homenajear a las grandes producciones palomiteras de los ochenta, con las que toda una generación de cinéfilos ha crecido.
Muchos productores afirmaban —con el proyecto en sus manos— que la serie carecía de sentido porque no añadía nada nuevo. Denotando ser bastantes cortos de miras, no se dieron cuenta que actualmente hay una corriente en todo el mundo por recuperar ese espíritu de los ochenta.
Lo vemos en el cine (por ejemplo, Ready Player One), en la ropa, en la decoración, en el diseño y en un sinfín de aspectos de la sociedad. Con Stranger Things vemos un homenaje a los blockbusters o taquillazos que salieron del imaginario de grandes visionarios como Steven Spielberg.
Es decir, películas familiares con tintes de ciencia ficción en su mayoría, como Encuentros en la tercera fase, E.T. o Los Goonies. Cintas pensadas para todos los públicos, pero que no por ello deben ser dejadas de lado o apartadas en los rincones más oscuros del olvido, nada de eso. Netflix quiso lanzar un producto nuevo, sorprendente, que paradójicamente rinde homenaje a este cine de los ochenta, casi plano a plano y con varios guiños que solo el espectador que ha crecido con este tipo de pelis puede entender. Una reinvención de gran calidad y un guion fascinante rebosante de originalidad por los cuatro costados.
Es algo parecido a lo que el genio y polifacético J.J. Abrams ya hizo con su cinta Super8 en la gran pantalla, una peli con muy buena acogida de crítica y público.
Nadie apostaba por llevar a la pequeña pantalla este tipo de producciones, hasta que Netflix, una vez más, se atrevió a poner patas arriba el mundo de las series de televisión. Lo que empezó concibiéndose como una miniserie para el verano, terminó por convertirse en una de las grandes revelaciones de los últimos tiempos, la serie de la que todo el mundo habla, y una de las series más virales de los últimos años con permiso de las intrigas palaciegas de Poniente.
Merchandising de Stranger Things
Los foros catódicos han engrasando una maquinaria que juega a favor de las grandes series, y lo que empezó siendo una apuesta arriesgada, se ha convertido en un producto de éxito, del que ya se habla en cualquier Talk Show norteamericano que se precie, o del que ya hay gran cantidad de merchandising: juegos de mesa, camisetas, gorras, y, por supuesto, los muñecos funko pop de stranger things que recrean varias de las situaciones más memorables de la serie, incluyendo varias versiones diferentes de cada uno de los personajes; llevándose la palma la prota Eleven que tiene un montón de funkos diferentes. ¡Es que incluso el propio Demogorgon tiene su figurita cabezona!
Pero sin duda, la gran gallina de los huevos de oro, ha sido la de los niños protagonistas de la serie, ellos solitos con su desparpajo y esa naturalidad que solo puede tener alguien de su edad, han sido la mejor estrategia de mercadotecnia.
Bicis, bosques y walkie talkies
Una serie entrañable, con una banda sonora y fotografía espectaculares y con un guion que mezcla a la perfección el drama de un pueblo asustado con elementos de ciencia ficción a los que, como no podía ser menos, se suma la clásica conspiración del Gobierno y unos experimentos secretos (algo muy ochentero por otra parte).
Mike: «Un amigo es alguien por el que harías lo que fuera. Le prestas todas tus cosas, como los cómics y las tarjetas, y que jamás rompen una promesa».
Lo cierto es que la serie está llena de matices, de juegos en los que los creadores (los hermanos Matt y Ross Duffer) llevan al espectador por el camino pensado por ellos, para luego sorprenderlo a golpe de cliffhanger o de incluso algún que otro susto, que hará que el espectador se sobresalte y dé un respingo dejando de lado el acomodo del sillón de su sala de estar. Una mezcla explosiva que convierte a Stranger Things en una auténtica joya contemporánea.
Lo del reparto coral de la serie merece un capítulo aparte. El elenco de niños es simplemente maravilloso, un futuro lleno de oportunidades espera a este grupo de pequeños actores, que han visto disparada su popularidad con la tranquilidad que solo un niño puede soportar.
Especialmente, Millie Bobby Brown (nacida curiosamente en Marbella), la niña que interpreta a Eleven, y a la que muy pronto veremos consagrada como una genial actriz. La ahora adolescente no se ha librado de polémica debido a la cosificación y explotación que algunos sectores de la sociedad norteamericana están condenando.
Verla ya en portadas de las principales revistas de moda de todo el mundo, o declararla como una de las actrices más sexys de Hollywood se ha convertido en un juego demasiado peligroso para una actriz que todavía sigue siendo una chiquilla.
Si a esto añadimos el papel del sheriff, interpretado a la perfección por David Harbour (Black Mass o la nueva versión de Hellboy); y, mención aparte, Wynona Ryder, recién recuperada para la causa, interpretando a la madre del niño desaparecido y ya alejada de los cotilleos típicos (como el de su sonado caso de cleptomanía) del star system de Hollywood, el reparto es simplemente de diez.
Otra curiosidad sobre el elenco de la serie: la pareja en la ficción formada por Nancy y Jonathan (el bicho raro del insti) trascendió la pantalla y se convirtió en una bonita historia de amor en la vida real.
El actor que encarna a Jonathan, Charlie Heaton, se vio envuelto en una peligrosa polémica con el estreno de la segunda temporada. Cuando Charlie se dirigía a tomar un avión hacia Los Ángeles para asistir a la premiere mundial, fue detenido en el aeropuerto, pues, un perro policía encontró restos de cocaína en una de sus maletas. El actor se perdió la celebración ya que permaneció retenido en el aeropuerto de Reino Unido del que se disponía a salir.
Lejos de encasillarse y de vivir de las rentas, la incorporación de nuevos personajes —la nueva niña Max o la evolución de algunas tramas— hacen que la serie se enriquezca y avance (al ritmo al que crecen en la realidad los niños protagonistas) sin perder la esencia que la hizo convertirse en todo un éxito.
La tercera temporada, en cambio, adolece de una cierta reiteración en las tramas. Las aventuras de los niños se han convertido en problemas marcados por la adolescencia y las hormonas.
Destacar la presencia de un nuevo fichaje: Robin. Interpretada por la actriz Maya Ray Thurman-Hawke, hija de dos grandes actores como Ethan Hawke y Uma Thurman —que para mí siempre seguirá siendo Mia Wallace—.
Mucho tendrá que cambiar la cuarta temporada para que la audiencia no comience a aburrirse debido a la evidente pérdida de frescura. Se especula que los viajes en el tiempo al más puro estilo Regreso al futuro, podrían ser el tema central de la nueva trama. Algunas teorías fan establecen que un misterioso grupo de militares que aparece en la instalación rusa que vemos en la tercera temporada, podría tratarse del grupo de niños, los cuales han llegado desde el futuro convertidos en adultos.
Soy Cristóbal Terrer y estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabajo como profesor de marketing y en mi tiempo libre escribo novelas de ficción. Además, presento un podcast sobre cine y realizo fotografías artísticas.
Cierto. Espero que la cuarta temporada valga la pena. Y que la serie tenga un digno final.
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