Análisis de la serie The Morning Show
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Apple TV+ sigue dándonos muchas alegrías. Su serie más laureada hasta el momento no es para mí la mejor de todas pero es, sin lugar a dudas, una grandísima ficción. Sí, la mejor sigue siendo para mí See; pero hoy es de recibo realizar una crítica de The Morning Show: la joya de la corona de Apple.
Ya en el opening de la serie —todos los openings de las series de Apple son impecables— observamos como un conjunto de puntos de colores van danzando de un lado para otro,se esconden, se agrandan, se empequeñecen. Si te fijas, algunos se escapan de multitudes y hasta parece que se fagocitan unos a otros. Sí, esto es solo un preámbulo visual de todo lo que veremos en una serie perfectamente definida, en la que se ha medido hasta el más último detalle: Una maravilla.
Muchos han catalogado a esta producción como una especie de comedia —¿por qué tenemos que etiquetarlo todo?—. Nada más lejos de la realidad. Nos encontramos ante un drama desgarrador, que ciertamente contiene algunos detalles cómicos para aligerar la carga y permitir que el espectador pueda continuar digiriendo el espectáculo dantesco que está presenciando.
No conozco como son los entresijos de las grandes compañías o de las familias que viven inmersas en montañas de dinero, pero, series como Succesion (HBO) me lo han enseñado. Me atrevería a decir que de una forma muy fidedigna, aunque insisto, soy un neófito en la materia pues os aseguro que no poseo en mi cuenta bancaria más de unos pocos ceros.
Del mismo modo, en The Morning Show observamos lo complicado que es el funcionamiento interno de una producción televisiva diaria y, encima, en horario de prime time.
Los pasillos hierven y la tensión va creciendo conforme se acerca el momento de salir al aire, con ese temido y amado: ¡3, 2, 1… Dentro! ¿Cómo es la trastienda de un programa de máxima audiencia? Posiblemente muy parecido a lo que vemos en esta serie en la cual se ahonda no solo en las presentadoras del matinal, sino también en los productores, en los dueños de la compañía, en los coordinadores de invitados, en los cámaras…
El que esté esperando una nueva Newsroom se puede ir olvidando, la comparación sería a todas luces tan injusta como innecesaria. Especialmente, porque aquí no tenemos el derroche creativo ni la incontinencia verborréica de Aaron Sorkin, pero tampoco hace falta.
Aquí el peso recae sobre un reparto brutal. Encabezado por Jennifer Aniston a la que se le ha dado mucho más bombo que a su compañera de butaca Reese Whitherspoon. Entiendo que el regreso de Rachel Green (para mí Aniston será siempre la Rachel de Friends) sea algo que no se pueda pasar por alto, pero el talento de Whitherspoon, al igual que sucede en la ficción, es un huracán que arrasa con todo.
Nos estamos acostumbrando a ver una Whitherspoon intachable. Por suerte, se supo alejar de los papeles del tipo Una rubia muy legal para centrarse en otros realmente interesantes, los cuales comenzaron con esa delicia de musa de Johnny Cash en La cuerda floja. Posiblemente, esas comedias gamberras made in Hollywood le permitieron que en el futuro pudiera elegir sus guiones con más cautela, sabedora del mullido colchón de millones que le reportaron —¡Ah! Otra vez el vil metal—.
La actriz se ha convertido en una nueva «midas» que convierte en oro todo lo que toca. Ya lo consiguió con Big Little Lies (HBO) y lo ha vuelto a hacer con esta nueva apuesta personal. Pero no se queda aquí la cosa, la actriz parece haber encontrado acomodo en Apple TV+ ya que ha financiado otros proyectos como productora ejecutiva, tal es el caso de la interesante Truth be Told.
Ya lo hemos anunciado muchas veces, Apple TV+ está haciendo muy bien las cosas, se le ha metido en la cabeza copiar el modelo de HBO basado en la calidad y huir de otras plataformas que comienzan a diluirse en términos de calidad por culpa de una preferencia por la cantidad mareante de títulos.
Otra seña de identidad de la plataforma es el haber apostado por temas de actualidad y erigirse como abanderada de proyectos comprometidos. Todas sus producciones, si te detienes en analizarlas, contienen mensajes de rabiosa actualidad; destacando, especialmente, el actual movimiento feminista; su pequeño granito de arena para conseguir, de una vez por todas, el necesario empoderamiento de la mujer.
Ya lo vimos en la imprescindible serie Para toda la humanidad, en la que un grupo de mujeres serán las encargadas de inclinar la balanza en favor de la NASA durante una ucrónica carrera espacial a la luna frente a Rusia. Pero es que lo hemos visto en otras ficciones como See en la que las mujeres son las dueñas del cotarro al tiempo que nos hace reflexionar sobre virus y pandemias que amenazan el status quo de la humanidad: ¿os suena de algo?
Técnicamente, como es habitual en la plataforma, un diez. Sobre todo, en esa especie de bottle episode que transcurre durante unos incendios en California. Con la inclusión de unas canciones que ya se han convertido en algunas de las más buscadas en plataformas de música, como esa versión de la increíble Creep (Radiohead) interpretada por Rozzi.
Aniston y Whisterpoon
El duelo en pantalla de Aniston y Whisterpoon resulta apasionante. Algo de la una queda en la otra en una batalla cuerpo a cuerpo materializada en los escasos centímetros que permite la mesa desde la cual presentan las noticias al mundo.
Aniston, es la veterana que ve como su lugar en el star system empieza a quedar en entredicho. Poniendo de manifiesto una sensación que planea desde hace tiempo en el mundo del cine y la televisión: las mujeres de más de cuarenta años parece que son relegadas al fondo de un cajón del que un lumbreras ha arrojado la llave al mar.
Whisterpoon, en cambio, representa todo lo que la audiencia ansía: juventud, desparpajo, naturalidad y firmes convicciones. Sus declaraciones improvisadas en una cadena conservadora serán la chispa que dinamite todo el programa desde dentro.
Destripando el MeToo
Por supuesto, The Morning Show es una serie que mira de frente al movimiento MeToo y los escándalos sexuales que amenazaron con destruir la industria del cine. Este movimiento se trata de una forma objetiva y compleja, desde todos los ángulos, como los verdaderos periodistas.
Conocemos como la gente mira hacia otro lado cuando ve peligrar su puesto de trabajo, descubrimos las conversaciones machistas de algunos protagonistas y como emplean el argumento de «y tú más» para justificar sus atrocidades. Pero, también conocemos a las víctimas del acoso las cuales no siempre se presentan como mujeres dañadas sino que también consiguen sacar provecho de la situación.
No hay que ser un Harvey Weinstein para contribuir a una cultura de abuso sexual
El movimiento del MeToo es complejo, muy complejo. Pero la serie The Morning Show muestra todos los rincones, para que el espectador ejerza de juez y jurado.
Los chicos de The Morning Show
Ellos, sobresalientes. El acierto de elegir al bueno de Steve Carrel (en un papel que seguramente ni habría imaginado en sueños) resulta sorprendente. También arriesgado, porque vemos al actor fuera de su registro cómico habitual para meterse en el papel de un acosador que ve como su vida se va derrumbando poco a poco. La masa habla y las redes sociales ejercen su veredicto sin tiempo para reaccionar.
El productor Chip ofrece un papel digno del mismísimo Kieran Culkin (hermano de Macaulay Culkin) en Succesion: fresco, deslenguado y gracioso hasta decir basta, mejor dicho, hasta que su personaje comienza a ser arrastrado por los escándalos sexuales que se producen entre bambalinas.
Destacable también Billy Crudup en el papel del ejecutivo Cory Ellison: una suerte de encantador de serpientes con una sonrisa y unas pintas que bien podrían ser las de Patrick Bateman (American Psycho) y un humor irónico que resulta magnético.
La salud mental de las víctimas es a veces más importante que la verdad
Conclusión: serie imprescindible
The Morning Show habla sobre muchas cosas: feminismo, el precio de la fama, el MeToo, la transición hacia la madurez, la amistad, las lealtades construidas con barro y el mundo de la televisión.
Metatelevisión en estado puro como telón de fondo para contarnos una historia compleja que va encajando poco a poco de forma impecable hasta llegar al clímax final de los últimos compases de la serie. Esos en los que nos descartéis derramar alguna lágrima y alguna sonrisa. La vida, al fin y al cabo se construye a base de dolor y alegría.
Tráiler de The Morning Show
Soy Cristóbal Terrer y estoy licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Actualmente trabajo como profesor de marketing y en mi tiempo libre escribo novelas de ficción. Además, presento un podcast sobre cine y realizo fotografías artísticas.
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