Madeleine Collins: Crítica sin spoilers de la película

Título: Madeleine Collins

País: Francia

Director: Antoine Barraud

Fecha: 2022

Plataforma: Filmin

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Sinopsis de Madeleine Collins

Judith lleva una doble vida entre Suiza y Francia. Por un lado, Abdel, con quien está criando a su hija en común. Por el otro, Melvil, con quien tiene dos hijos un poco mayores. Poco a poco, este frágil equilibrio hecho de mentiras, secretos e idas y venidas se va fracturando. Ante el desenmascaramiento, Judith elige la huida hacia adelante.

En busca del doppelgänger

Interesante thriller psicológico que consigue impactar y atraer la mirada del espectador durante todo el metraje. En la película Madeleine Collins, nada es lo que parece.

Hay mucho trabajo por parte del público, el cual debería ir desenmarañando el misterio que nos propone la cinta, especialmente con la primera escena y los primeros minutos de metraje. Lo explicamos todo más abajo.

La película ofrece esa especial sensación de que puede suceder algo en cualquier momento; los giros abruptos son frecuentes, al mismo tiempo que la crudeza va creciendo conforme va pasando el tiempo.

Siempre que en estas historias de suspense psicológico hay niños y familias de por medio, la tragedia se hace latente, conformándose un clima denso y asfixiante.

Con otro guion y otra producción la película podría terminar siendo un telefilm más cercano al culebrón de sobremesa, pero nada más lejos de la realidad. La dirección de los actores resulta excepcional con un trío amoroso sobresaliente: Virginie Efira, Bruno Salomone y nuestro Quim Gutiérrez, el cual sigue esforzándose en elegir papeles interesantes y complicados, que lo alejen del arquetipo de chico guapo.

El reparto se completa con la siempre interesante Jacqueline Bisset, la cual, junto al papel destacado de los niños, ofrece un elenco muy solvente en favor del drama.

Lo cierto es que este tipo de películas que profundizan en el mito del doble siempre me han llamado la atención. En este caso, la película se desmarca de ese halo sobrenatural —casi de ciencia ficción— que tienen otras producciones del género, como son las imprescindibles: La doble vida de Verónica (formidable obra del ya desaparecido Krzysztof Kieślowski con una espléndida Irene Jacobs) o la reciente Preparativos para estar juntos un periodo de tiempo desconocido (Lili Horvát, 2020).

En este caso, Antoine Arraud nos propone un viaje por una mente perturbada, una psicópata de manual, no por esforzarse en cometer crímenes múltiples (como se empeña en hacernos creer Hollywood) sino por su incapacidad para relacionarse con las personas de una forma natural, lejos de la obsesión que muestra el personaje protagonista en pantalla.

¿Alguna vez has escuchado historias sobre personas que llevan una doble vida? ¿Qué les motiva a enredarse en tal embrollo de sentimientos? Posiblemente, la mayoría de respuestas a cuestiones de este tipo se encuentren en la película. Las motivaciones de un personaje que se encuentra literalmente roto por dentro, que se refugia en el anhelo de vidas ficticias que poder vivir, por temor a enfrentarse a una realidad que le aburre y le abruma.

Explicación del final de Madeleine Collins

Cuando el poso del visionado empieza a calar en nosotros es posible volver a construir esta historia que nos deja perplejos con su desenlace.

La clave se encuentra en la escena del comienzo. En ella vemos a una chica rubia (que no es nuestra protagonista) entrando a una tienda de alta costura. Allí sufre un pequeño ataque que le provoca un desvanecimiento en el probador. Después, fuera de cámara, se intuye que la misma chica rubia sufre un colapso que acaba en tragedia: su muerte. Quizás sufre un ataque al corazón que le causa la muerte, o es atropellada por un coche.

Esta mujer rubia es la mujer de Quim Gutiérrez en la ficción, Margot. De hecho, en los créditos podemos comprobar que Margot, aunque se parece mucho a la protagonista (Judith Fauvet interpretada por la ya mencionada Virginie Efira) está interpretada por la actriz Mona Walravens).

A partir de aquí, comienza la obsesión de Judith por convertirse en Margot, asumiendo incluso el papel de madre de la pequeña hija del personaje de Quim, al tiempo que hace suyos los problemas familiares o incluso esos desvanecimientos que sufría la mujer.

Destacable resulta la escena en la que Judith se desmaya (¿ficticiamente?) durante el acto de celebración de su marido y le pide a una amiga que le saque unas pastillas de su bolso, a lo que su amiga responde: «¿Qué pastillas?».

Es decir, la mejor amiga de Judith sabe que ella no necesita ninguna pastilla, de hecho es que no sabía nada de esos falsos desmayos que pretende imitar.

En cualquier caso, Judith no es capaz de decir la verdad nunca, ha perdido el contacto con la realidad y aunque ha perdido a sus dos novios, prefiere seguir viviendo una mentira, volviéndose a enamorar de ese tipo que falsifica identidades. El deseo de una nueva aventura puede más que la pérdida de sus parejas hasta la fecha, al menos eso se desprende en la enigmática sonrisa que se intuye en su rostro en la última escena.

Tráiler de Madeleine Collins

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