Los Reyes magos vinieron con incienso, mirra y globos de oro

Resulta que este año la gala de los Golden Globes 2020 ha coincidido con la noche de Reyes, con lo cual los magos de oriente me han traído sueño, porque estuve hasta las cinco de la mañana sujetándome los párpados con celo por culpa del cine. Y unos calcetines, lo típico.

Lo bueno de esta entrega de premios es que aúna en un mismo teatro la pequeña y la gran pantalla, aunque hoy día a veces cuesta diferenciar entre una y otra.
Como cabía esperar, todo ha estado muy repartido, tanto en cine como en TV.

Sin embargo, hemos de extraer algunas conclusiones: El posible duelo de estatuillas en los Óscar y sobre todo en la candidatura a mejor película entre 1917 (mejor película drama y director) y Érase una vez en Hollywood (mejor guión, película comedia y actor reparto); el silencioso fracaso de El irlandés y Scorsese frente al ascenso no de Skywalker, sino de Sam Mendes; o la ausencia de cineastas femeninas en las categorías más relevantes; amén de alguna que otra sorpresa en las categorías actorales (¿Por qué no se ha llevado el Globo de Oro a mejor actriz drama Scarlett Johansson?). Sin olvidarnos, por supuesto, de Netflix como el rey de los nominados, pese a que HBO y Amazon le quitaron la miel de los labios gracias a producciones como Fleabag, Chernobyl y Succession, que se repartieron entre ellas todos los premios de TV.

No obstante, la estela que deja a su paso en lo que se refiere a la gran pantalla, deja a Netflix  como una moneda en alza para los próximos años.

La gala que organiza la Asociación de la prensa extranjera de Hollywood siempre está envuelta de una sutil elegancia, sofisticación y crítica actualizada; pero también suele ser más dinámica, divertida y ebria que su hermana mayor, los Óscar.

Sin embargo, este año ha sido un poco descafeinada y falta de grandes anécdotas, de esas que viralizan momentos y situaciones. De no ser por el deslenguado presentador Ricky Gervais (que presentaba la gala por quinta vez) y alguna intervención más salerosa, la gala hubiese andado muy justita de emociones y entretenimiento. Lo de Ricky roza lo ofensivo.

No, es ofensivo de cojones todo lo que dice, no se corta un pelo, pero lo dice a la cara, y con un trasfondo tan reivindicativo y humorístico que da lugar a continuas carcajadas entre el respetable, y a que no  duden en volverlo a llamar una y otra vez para conducir el acto.

Este año la preocupación de los que tuvieron su minuto de micrófono se centró en el planeta, en la necesidad de cuidar el planeta en el que vivimos; desde el menú vegano de los invitados (como apuntó el Joker Phoenix) hasta los llamamientos de ayuda para los incendios de Australia (abanderados por un ausente Russell Crowe), pasando por las omnipresentes indirectas y directas al tío llamado Trump (lideradas por Patricia Arquette). También estuvo presente, en boca de Michelle Williams (mejor actriz de miniserie o película de TV), el alegato feminista:

«Cuando llegue el momento de votar, recuerdo a las mujeres que lo hagan en su propio interés. Es lo que los hombres llevan haciendo durante años y años. Por eso el mundo se parece tanto a ellos».

Sin embargo, otra sutileza que estuvo presente en la ceremonia fue el tema de las parejitas curiosas y llamativas. Elton John y Bernie Taupin, Ellen DeGeneres y Portia de Rossi, Brad Pitt y Leo, Brad Pitt y Gwyneth Paltrow, Brad Pitt y Jennifer Aniston, Jennifer Aniston y Reese Whiterspoon… La realización del programa supo jugar con el tiro de cámara con esos detallitos (yo también quiero que me mire Jennifer así si gano un Globo de oro a mejor actor de reparto).

Ahora bien, el momentazo de la gala, a mi corto entender creo que es para alguien que merece todos los reconocimientos que puedan darse en vida. Y no es otro que el grandísimo y emocionado Tom Hanks, que recibió el premio Cecile B. DeMille a toda su trayectoria. ¿Hay trayectorias más impresionantes que la suya? Puede, pero no me vienen a la cabeza ahora mismo. Además, concluyó su excelente discurso con esta memorable disculpa:

«Gracias por aguantar tantos meses de ausencia. No puedo decir cuánto significa el amor de la familia para mí».

En cuanto a la participación española, lo previsto. Muy meritorio tener tres opciones pero ninguna de ellas tenía las apuestas a su favor. El Dolor y Gloria de Almodovar no tenía nada que hacer contra Parásitos; Antonio Banderas no podía competir contra Joaquín Phoenix; y Ana de Armas, que era la que partía con más opciones, le adelantó por la derecha la estadounidense de ascendencia china Awkwafina, por su papel en The Farewell. Eso sí, no será la última nominación que tenga Ana, creo yo.

Quiero acabar mi crónica citando parte del discurso de Joaquín Phoenix, que no dudó en repartir estopa de forma abierta a sus colegas, y es que por eso es el Phoenix:

«Está muy bien lo de votar, pero a veces tenemos que asumir la responsabilidad nosotros mismos y hacer cambios y beneficios en nuestras vidas. Espero que no necesitemos todos jets privados para volar a Palm Springs».

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