Reseña de Kung Fu Panda 4, (el arte de) la seducción de las artes marciales

Autor: Carlos Trujillo Díaz

Siempre he disfrutado con esta saga de películas de Kung Fu Panda, con sus defectos claro, pero tienen elementos que me resultan entretenidos. Sobre todo, porque me recuerda a un género lejano, el de las artes marciales. Esas películas míticas que se disfrutaban entre las penumbras de una sala, casi vacía, que emitían los antiguos locales del cine de barrio. De la que salías con renovada vitalidad e imitando el estilo de karate que acababas de descubrir.

Las artes marciales siempre han tenido una relación especial con la pantalla grande, es entre las bambalinas, la luz exigua y el traqueteo del proyector donde mejor lucen sus coreografías, sus saltos imposibles y el sonido de los golpes rezagados.

Tuvo sus años dorados, cuando llegaban las producciones asiáticas que nos vendían como la última novedad del cine de acción. Su influencia ha sido grande a lo largo de los años, como muestra, un magnífico director como Quentin Tarantino nos dejó una obra indispensable, que reunía todas las características de este tipo de cine, Kill Bill, o incluso, la saga de Matrix que se valía de la filosofía oriental y las artes marciales para desarrollar toda una apología de la ciencia ficción moderna.

Kung Fu Panda

Quizás por esta razón, Kung Fu Panda siempre ha tenido el favor del público, por ser un entrañable reflejo de las películas de karate antiguas, o simplemente, porque las artes marciales dibujan secuencias imposibles en nuestra retina, convirtiendo las filigranas acrobáticas, en escenas que nuestra memoria evoca como una aspiración para ser más fuerte en la vida. Aunque todo empezó con Bruce Lee, el mesías de aspecto impávido y férreas convicciones, nuestro panda favorito bebe más de la comedia tontorrona de acción de Jackie Chan, otro elegido que catapultó el género de las artes marciales en EEUU.

Descubre más críticas como esta en nuestra sección: Críticas de cine.

Producción de Kung Fu Panda 4

Kung Fu Panda 4 se podría definir como una comedia de acción animada, o una acción que utiliza la comedia para desarrollar sus coreografías. Está producida por DreamWorks Animation, una longeva saga que ya cuenta con cuatro partes, y según parece tras su éxito, habrá una quinta. La película está dirigida por Mike Mitchell y Stephanie Ma Stine. Cuenta nuevamente con las voces originales de Jack Black, Dustin Hoffman, James Hong, Bryan Cranston (Breaking Bad) e Ian McShane , a las que se unen como personajes nuevos, Awkwafina, Viola Davis y Ke Huy Quan.

El guion está escrito a tres manos por Jonathan Aibel, Glenn Berger, Darren Lemke. La música está compuesta por el ilustre Hans Zimmer, creador de la magnífica BSO de Gladiator y ganador del Oscar por la sobresaliente Dune.

Nuestro querido guerrero del dragón se enfrenta al tiempo, una batalla en la que ha de dejar su título a un nuevo sucesor, algo a lo que Po no está preparado. Porque tiene que asumir el papel de líder espiritual del Valle de la Paz, algo que considera que le viene demasiado grande. Justo en ese momento, una nueva amenaza se cierne sobre el mundo, cuando el Camaleón, una hechicera cambiaforma, intenta apoderarse de las artes marciales de los espíritus de los grandes maestros de la historia.

Esta trama permite recuperar a los villanos de otras entregas, a los que redime de sus viejas acciones. Esta premisa, nos ofrece sutilmente, una retrospectiva del viaje que ha realizado Po durante sus aventuras como guerrero del dragón. Quizás con la idea de cerrar un ciclo, dando la oportunidad a un nuevo héroe de coger el testigo para las nuevas generaciones de niños, para lograr despertar el apetito por seguir viendo historias de Kung Fu.

Sin embargo, no hay nada nuevo en la dirección artística de la película que las diferencie de las anteriores, un desfile de ideas perezosas con riesgo cero. Conserva la diversión ingeniosa, la estética, la ambientación y las atractivas escenas animadas de karate. Mantiene el tono cómico en las batallas que lucen como piruetas circenses en pantalla, reconociendo que resultan entretenidas.

A ello, ayuda un ritmo endiablado en el que siempre están sucediendo cosas, como la persecución policial por la ciudad del crimen. Y las bromas, claro, ahora que Po tiene que convertirse en un líder espiritual, el enredo proviene de jugar con las frases que tiene que decir Po, expresándolas de una manera didáctica y sabia, aunque a nuestro querido panda no se le da muy bien que digamos, logrando algunos de los mejores gags de la película.

Lo bueno de un largometraje como Kung Fu Panda es que sabes lo que vas a ver, porque disfrutas de lo que puede esperarse de ella. En eso no defrauda, porque no falta la acción, las peleas de artes marciales, el entretenimiento, las ligeras gotas de épica y sobre todo, mucho intento de hacernos gracias con una batería de chistes.

Aunque, personalmente, la pareja de padres de Po producen una ruptura aburrida en la dinámica ágil de la trama, como un relleno vacío para originar más metraje. Algo parecido sucede con la antagonista, que no termina de tener el carisma que si tenían sus antecesores malvados, quizás porque su motivación resulte un poco vacua y repetitiva. Sí que destaca la coprotagonista, una raposa ladronzuela que es capaz de robarles escenas al mismísimo Po, e incluso ofrecer una personalidad compleja a través de los mejores elementos melodramáticos de la historia.

Quizás esta ligereza en la trama, en la que está todo lo que esperas, sin arriesgarse a ofrecer algo netamente sorprendente, algún movimiento inesperado, nos deja la sensación de que la saga no avance hacia ninguna parte.

Esto lastra un poco la película, que peligrosamente es arrastrada al filo de la indiferencia, esas aguas angostas del olvido, donde todavía se mantiene a flote gracias a la esencia inspiradora de su primera aventura. Se salva porque entretiene, divierte y conserva la espiritualidad de las enseñanzas del karate, que van desde la nobleza hasta el compañerismo. Todo sumergido, en un ambiente de pequeñas set pieces de acertadas escenas de comedia, como la pelea en una taberna que se tambalea sobre un acantilado, que resultan geniales, pero no ofrecen el volumen de ambición necesario en su creatividad, como para no resultar predecible en su resultado final.

En definitiva, una película entretenida y disfrutable, con secuencias de acción notables, un ritmo impulsivo que no aburre, con pequeñas escenas de comedia que siguen siendo divertidas, unos chistes que no desentonan en la obra y ante todas las cosas, el ineludible cariño que seguimos teniendo, a nuestro adorable Guerrero del Dragón.

Mantiene el espíritu de las artes marciales, aunque no cuenta nada nuevo, ni se arriesga en ofrecer algún giro que asombre. Una película que ves, sabiendo que es lo que va a pasar y a dónde quiere llegar. Una estrategia que solo funciona, gracias a la seducción de las artes marciales.

Tráiler de Kung Fu Panda

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